Luis Arias, vivir entre semana en Madrid y jugar el domingo en el Campo Lameiro

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

CAMPO LAMEIRO

RAMON LEIRO

Trabajaba como policía en la capital y venía cada fin de semana para ser el eterno capitán de los verdes

22 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Luis Arias tiene 40 años. Cumplirá 41 el próximo agosto. Una edad que para cualquiera es la flor de la vida. Incluso para él. Pero a nivel deportivo le ha tocado decir adiós. El pasado martes colgó las botas después de más de 500 partidos con la misma camiseta, la del Campo Lameiro. Él es ya el eterno capitán de un club al que llegó cuando apenas tenía 25 años. Quienes lo conocen dudan de que esta despedida sea definitiva. Porque a Arias le gusta demasiado jugar al fútbol. Y cuando alguien dice eso debe argumentarlo con contenido. A este pontevedrés le sobran los motivos. En cuanto empieza su relato, uno sabe que efectivamente, le va a costar mantener esa promesa de que este verano, por primera vez, será para descansar.

Está claro que medio millar de partidos con la misma camiseta verde son muchos. Son 15 temporadas en un club que hace una semana lo despidió con honores, pero dejando siempre la puerta entreabierta. El esfuerzo que ha hecho Arias por este equipo es difícil de encontrar. Después de pasar por varios clubes, en la temporada 2007-08 llegó a Campo Lameiro con una condición. Daba de alta la ficha, pero solo jugaría un par de meses. En noviembre de ese año tenía que incorporarse a su puesto de policía nacional en Madrid y el fútbol pasaría a mejor vida. «No contaba con seguir jugando, pero se dieron un cúmulo de circunstancias que me hicieron seguir viniendo a Galicia», explica. Uno de esos motivos era su novia.

Conoció a una chica de Pontevedra y se dio cuenta de que era más feliz en las Rías Baixas que en Madrid. «Aprovechaba mis días libres para venir y el entrenador siempre me animaba para que fuese a jugar», recuerda. Lo que empezó siendo un goteo acabó convirtiéndose en una rutina que obligaba cada semana a hacer una especie de puzle para viajar. «Organizaba turnos para venir a Pontevedra a jugar y salir», reconoce Arias sobre un pasado muy ajetreado. «Viajaba de todas las maneras, en bus, tren, avión, BlaBlaCar, menos andando, venía como podía», bromea. Se ponía de acuerdo con sus compañeros para hacer turnos seguidos y poder juntar días para vestirse de verde el fin de semana en Campo Lameiro.

Con ese ajetreo estuvo casi nueve años hasta que le cambiaron el turno y sin saberlo, le hicieron un favor al equipo de su vida. «Eso ya fue perfecto, trabajaba seis días y descansaba cinco», recuerda con mucho cariño. En todos esos años nunca pensó que era un esfuerzo, lo sentía como una oportunidad. «Solo le puedo agradecer a mis entrenadores lo que me apoyaron», explica, mientras nombra a Bertiño. «Fue mi antiguo entrenador, el que siempre me llamaba para jugar y ahora a Romario. Me decía ‘tienes que venir aunque estés cojo’», comenta el futbolista.

Una lesión grave

El único punto negro de una carrera tan larga como apasionada fue la rotura de menisco en el 2018. «Fue casi mi retirada», reconoce. Le costó coger el ritmo de nuevo y cuando prácticamente estaba a punto de volver a ser el Arias que brillaba en el Campo Lameiro, la pandemia cortó de nuevo sus alas. «Pensé en dejarlo en ese momento, pero al final no quería dejar ese mal recuerdo en los aficionados, me debía un buen año», asegura. Y como no podía ser de otra forma, esa buena temporada llegó. En el 2021 logró dejar Madrid para trasladarse a la Comisaría de Vigo, donde sigue en la actualidad. Y esta temporada dejó definitivamente atrás la lesión y fue feliz. «Así es como me quería retirar, que me recordasen bien», añade. Hace una semana tuvo su último entrenamiento y su camiseta con el número 4 quedó enmarcada para siempre. Las firmas de sus compañeros estarán en un recuerdo que todavía le emociona.

El deporte siempre fue parte de su vida y aunque ha dado un paso al lado, está cerca de dar otro al frente. Ya piensa en el fútbol de veteranos y en retomar su labor de entrenador de juveniles que todavía, ni siquiera, ha dejado. Lo hará este verano porque después de 15 años sin descanso, quiere disfrutar de los fines de semana. «Ahora tengo turno de lunes a viernes por la mañana», puntualiza. Tanto tiempo libre es casi una novedad para él. Por eso quien lo conoce, sabe que pronto volverá.

La adrenalina que le da los logros deportivos le valieron siempre el esfuerzo de pasarse media vida a caballo entre Madrid a Pontevedra. Antes de despedirse recuerda el primer ascenso del Campo Lameiro a Primera Regional como el día más feliz de su carrera. En la cena de despedida aprovecharon para recordar ese año y animar a Arias a seguir siendo el alma del equipo verde, aunque ahora el número 4 esté sentado en la grada y disfrutando, cuando le deja, su otro equipo, el Real Madrid.