¿Costa o montaña? Dos tipos de playa y una difícil decisión

C. Pereiro PONTEVEDRA / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

P.CHAPELA

Cada una tiene sus ventajas y sus molestias, aunque sin duda, el litoral es la primera opción

04 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El verano pontevedrés está asociado irremediablemente a sus playas costeras. La privilegiada posición de la ciudad del Lérez le permite un acceso veloz y cómodo tanto a las de O Morrazo, como Aguete, Lapamán o Loira; y a las de Sanxenxo, como A Lanzada, Silgar o Montalvo. Al menos en temporada baja, y es que los atascos complican lo de veloz y cómodo durante los meses de verano. Dado esto, no es extraño que algunas miren se giren hacia el interior de la comarca y busquen en las playas fluviales una nueva manera de pasar el verano en aguas dulces.

La primera duda que podría asaltarnos a la hora de escoger uno u otro destino, recaería en el coste económico. Si comparáramos Lapamán, en Bueu; con la playa fluvial de Pozo Negro, en Cotobade; veríamos que la distancia es casi idéntica, unos 18 kilómetros, aunque el tiempo que uno tardaría en poder poner la toalla cambiaría radicalmente. En unos 25 minutos uno puede llegar a la playa costera, pero lo de aparcar es otro cantar. En su mayoría, los espacios gratuitos son una quimera, y en este mes, hasta los de pago. Sumemos diez minutos para poder bajarse del coche. La playa está a rebosar y quizás uno quiera encontrar un sitio algo decente, otros cinco, por lo menos. Pozo Negro ofrece sombra y aparcamiento rápidamente. Llegar, aparcar y a disfrutar. Al menos, durante los días de semana, los domingos puede complicarse algo la cosa.

Esta dicotomía suele producirse en casi todos los casos entre playa de mar y playa de río, aunque hay excepciones como en Ponte Caldelas, que con su bandera azul se ha convertido en un punto increíblemente visitado y que también se ha visto estos días un tanto desbordado.

Las playas fluviales de Cotobade o A Lama, ofrecen un espacio de relajación casi íntimo, claro que esto podría ser un problema si lo que uno busca es también socializar y dejarse ver. Además, no todas cuentan con su respectivo bar cercano o chiringuito, lo que puede hacer peligrar la típica caña o refresco regulador de la temperatura corporal.

Por otra banda, así como a día de hoy todo el litoral está plagado de una perfecta señalización y disposición de los arenales, algunas zonas fluviales pueden llegar a dar auténtico quebraderos de cabeza el dar con ellas. No es el caso de Pozo Negro, pero en zonas como Cuntis es más complicado el acceso, lo que quizás ahuyente al turista poco curioso.

Las Pozas de Barosa han padecido un incremento de gente innegable, y entre ellas y la costa, a nivel de aparcamiento no habría demasiada diferencia, solo la diferencia de sentir la arena bajo los pies, o sentir la hierba y la roca de la montaña.

Dos maneras de huir del calor, y dos maneras de vivir el verano. Costa o montaña, suele ser más una decisión hecha por la costumbre o la rutina, que con la cabeza. Siempre hay tiempo para cambiar.