El macrolaboratorio de cocaína desmantelado en Cerdedo-Cotobade tenía capacidad para producir 200 kilos al día
CERDEDO-COTOBADE
Entre los 18 detenidos había ocho «cocineros» que trabajaban en condiciones de semiesclavitud en la vivienda, y la organización no tenía vínculos con organizaciones gallegas; un zulo escondido bajo una trampilla se utilizaba para guardar la droga procesada
13 abr 2023 . Actualizado a las 22:40 h.La operación Mourente supone la constatación de que dos organizaciones de Colombia y México se aliaron para asentarse en España sin la ayuda de narcos oriundos. Eligieron Galicia, y concretamente el municipio de Cerdedo-Cotobade, para instalar en una vivienda aislada el mayor laboratorio de procesamiento de cocaína de Europa, una factoría capaz de elaborar 200 kilos de esta droga al día funcionando a pleno rendimiento 24 horas. La novedad que hace inédita la trama en Galicia implica exportar desde Sudamérica el estupefaciente sin someterlo a un proceso químico para reducir el coste económico si la droga era intervenida en el trayecto por el Atlántico hacia Europa.
En la vivienda se halló una máquina para picar piedra que se usaba para extraer la pasta base que llegaba camuflada en grandes cilindros metálicos. También un zulo escondido bajo una trampilla donde se guardaba la droga una vez cocinada. La intención de los responsables del laboratorio era introducir otras tres máquinas trituradoras para aumentar la producción. El papel de los mexicanos, por sus conocimientos técnicos, consistía en extraer la pasta base oculta en cilindros, mientras que los colombianos la transformaban en el producto final: clorhidrato de cocaína.
La vivienda de Cerdedo-Cotobade que camuflaba el mayor laboratorio de cocaína de Europa supone el epicentro de una compleja trama internacional. Colombia era el punto de partida de la droga y de los cilindros que servían de tapadera. Un buque mercante se encargaba de transportar ambas mercancías hasta el puerto de Leixões, de Oporto.
Para ubicar la mascarada legal que camuflaba los envíos desde Colombia hay que situarse en Bilbao. Un empresario vasco asentado en la ciudad del Nervión creó una empresa con el único propósito de gestionar los envíos de estos cilindros a sabiendas del contenido real y de su finalidad. Una vez descargados en el principal puerto del norte luso, los cilindros se llevaban por carretera a Cerdedo-Cotobade para extraer la pasta base, procesarla y empaquetarla igual que en cualquier laboratorio de Sudamérica.
Los responsables de la trama necesitaban gestionar otro transporte igual de importante y delicado que el de la pasta base procedente de Colombia: los productos químicos. Se almacenaban en otro chalé, en Colmenar Viejo (Madrid), y luego eran transportados a Galicia. Para mover estas sustancias se recurrió a empresas de transportes, aunque la organización contó con vehículos lanzadera y transportistas propios que usaban disfraces para camuflar su identidad. Las medidas de seguridad eran extremas, y usaban apodos. Ya con todos los elementos concentrados en el laboratorio de Cerdedo-Cotobade, los encargados de ejecutar el proceso químico no podían salir al exterior de la vivienda ni tenían teléfonos móviles para evitar que se comunicaran con nadie o se geoposicionaran los terminales.
Los narcotraficantes contaban con más maquinaria —conocida en el argot criminal en Colombia como marciano— para optimizar el uso de sustancias químicas. La investigación instruida en la Audiencia Nacional, y compartida por la Policía Nacional de España y las policías de Colombia y Portugal, concluye que el entramado de colombianos y mexicanos responde a una relación de conveniencia para financiar conjuntamente un laboratorio capaz de producir 6.000 kilos de clorhidrato de cocaína en diferentes fases.
Una vez completado el proceso, la cocaína repartida en paquetes de un kilo se envolvía incorporando el logotipo de Supermán como sello identificativo. Lo siguiente era el transporte, casi siempre con destino a Madrid. Los tres cuerpos policiales que cooperaron constataron la conexión con una oficina de emisarios colombianos en Madrid que asumían esa parte del trabajo.
La operación Mourente acabó con la detención de 18 personas en Galicia (11), Madrid (4), Las Palmas de Gran Canaria (2) y País Vasco (1). Los dos únicos españoles implicados, arrestados en las islas Canarias, fueron el hilo del que tiraron para iniciar el caso.
Los «cocineros» de la droga trabajaban en la vivienda en condiciones de semiesclavitud
Los arrestados en el marco de la operación Mourente se enfrentan a delitos de tráfico de drogas de notoria importancia y organización criminal, pero también está por ver si afrontarán algún castigo por atentar contra el medio ambiente. La Policía Nacional, a través del comisario jefe de la Brigada Central de Estupefacientes, Antonio Duarte, especificó que el laboratorio también tuvo un impacto ambiental en la zona, con «más de 27 toneladas de productos químicos líquidos y sólidos que, una vez utilizados, habrían sido vertidos a las aguas de un río cercano».
La instrucción judicial prosigue en la Audiencia Nacional, que el pasado 23 de marzo envió a prisión a los 18 detenidos en esta operación, entre ellos los ocho cocineros —seis colombianos y dos mexicanos— que trabajaban en condiciones de semiesclavitud en la vivienda que albergaba el laboratorio. El operativo policial se completó con otros 13 registros y la intervención de 1.300 kilos de pasta base de cocaína, inmuebles por valor de 1,7 millones de euros, 37 productos financieros, 23.000 litros de precursores y 151 kilos de cocaína procesada y lista para distribuirse en el mercado negro.
En la intervención del laboratorio de Cotobade participaron efectivos del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional. Los seis colombianos y los dos mexicanos que estaban dentro no opusieron resistencia y el dispositivo finalizó sin incidencias.