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La invasión pacífica de Tambo

Marcos Gago Otero
marcos Gago POIO / LA VOZ

MARÍN

L.P.

Siete catamaranes transportan a la isla a cerca mil personas en una visita de carácter festivo y reivindicativo

01 ago 2016 . Actualizado a las 10:03 h.

Hace mucho tiempo que Tambo no recibía una avalancha tan grande de visitantes. Cerca de mil personas, embarcadas en siete catamaranes, «invadieron» ayer la famosa isla del fondo de la ría de Pontevedra. Era como el día D en Normandía, pero en vez de luchar contra los nazis como en 1944, la cita impulsada por los comuneros de Combarro tenía como objetivo reivindicar un uso civil y público del enclave. Además, la excursión estaba autorizada por la Escuela Naval, entidad a la que los comuneros agradecieron su permiso.

La visita tenía su morbo para muchos vecinos que, acostumbrados a ver su silueta surgiendo del mar, se han preguntado muchas veces cómo es, qué se esconde entre los árboles y qué tal sienta esto de bañarse en un arenal casi virgen, el último reducto de las Rías Baixas. Tambo es un nombre que, en el imaginario colectivo de la comarca, sugiere un lugar inaccesible y deshabitado, dotado de una playa de arena fina en un entorno paradisíaco.

Esta isla, que parece al alcance de la mano desde Marín y aún más desde Combarro, es como la Eurídice de la leyenda griega, aquella joven amada a quien Orfeo perdió por mirar atrás cuando casi estaban a punto de tocarse y salir de los infiernos a la luz del sol. Durante un siglo pocos han sido los afortunados que han podido poner el pie en la isla. Propiedad privada primero, de titularidad militar después, su acceso está restringido, aunque ya nadie la use. Hace décadas que sus polvorines están vacíos y que el enclave poiense perdió su valor geoestratégico.

Desde el 2002 está desafectada, pero sigue en manos del Ministerio de Defensa, para quien es más bien una carga que un beneficio, porque tiene que velar por su preservación sin poder usarla para nada más. Desde hace 14 años la antigua roca en forma de tortuga, como la asimilaban anteriores generaciones de pontevedreses, está pendiente de una decisión del Estado. Se trata de saber a quién o a quiénes se otorga. Si a la Xunta, a la Diputación, a los comuneros o al Concello.

El presidente de los comuneros de Combarro, Manuel Carramal, explicó que esta idea es una de las razones de la comitiva del domingo. «Los comuneros lo hacemos para reivindicar un uso público de la isla, que se haga el traspaso desde Defensa a la Diputación, a la Xunta o a un consorcio o lo que sea, pero que se haga ya y que se proceda al uso público de Tambo», recalca. No es una petición nueva. Vecinos, comuneros y Concello llevan años reiterándola.

¿Y qué tal se lo pasaron los que participaron en este inusual desembarco? A juzgar por sus comentarios y también las imágenes que transmitieron en redes sociales, lo disfrutaron mucho. El mar estuvo en calma, por lo que la travesía fue tranquila, y el sol calentó lo suficiente como para animar a la mayoría de los presentes a darse un baño en la playa. Es una oportunidad escasa, casi única, esta de poder nadar en un arenal donde se sabe que pueden hacerlo pocas personas y en contadas ocasiones del año.

Hubo tiempo también para hacer ejercicio bailando zumba bajo la guía de varios monitores. El programa incluyó una gira por algunos de los puntos más emblemáticos de la isla como el faro de punta Tenlo. Tambo es rica en historia y leyendas. Lo atestiguan los muros de piedra del antiguo lazareto del siglo XIX para guardar la cuarentena y la capilla de san Miguel.