La riqueza megalítica de Pontevedra

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

MARÍN

TINO GONZALEZ

La Xunta tiene catalogados cuatro menhires en la provincia y 250 dólmenes

08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Procedente del bretón, men, que significa piedra y hir, que es larga, el diccionario define un menhir como un monumento megalítico que consiste en una piedra alargada colocada verticalmente en el suelo. El dibujante Albert Uderzo inmortalizó en sus cómics al galo Obélix cargando frecuentemente con uno a la espalda. En Galicia, apenas se han encontrado obeliscos de este tipo comparados con la abundancia de castros o dólmenes.

Los menhires son la expresión artística más simple y la Consellería de Cultura tiene catalogada la existencia de solo cuatro en la provincia de Pontevedra, no exentos de avatares. Y es que estas pedrafitas no son fáciles de encontrar y, en muchos casos, es difícil averiguar si una piedra vertical tiene un origen prehistórico. A lo largo de la historia, el hombre siempre ha reutilizado las piedras y los menhires no son una excepción. Muchos, con el tiempo, seguramente pasarían a ser empleados de otra forma y con otra función. En cambio, el número de dólmenes es mucho mayor. A la Consellería de Cultura le constan 250 repartidos por toda la provincia y no todos con el mismo estado de conservación. De algunos de ellos solo restan, apuntan desde la Xunta, dos o tres losas de la cámara.

 En la provincia los que se encuentran en la base de datos de la Consellería de Cultura son la Pedrafita de Marco Carreiro, en Cuntis; la de Cachafeiro en Forcarei, A Pedra Fincada de Currás, ubicada en Marín y A Lapa de Gargantáns, en Moraña.

Este último es un monolito de 2,35 metros de alto. Parte esta enterrado y sobresale del suelo 1,92 metros. Cuenta con una forma triangular cónica y tiene diferentes tipos de grabados como coviñas y otros símbolos como la «U». Su antigüedad, se fija en el Neolítico, entre los años 3.000 y 2.000 antes de Cristo.

CAPOTILLO

No todos los menhires mantuvieron su ubicación con el paso del tiempo. El de Gargantáns fue levantado en 1980 y trasladado unos 500 metros del lugar donde se encontraba y que fijaba el linde entre las parroquias de San Martiño de Gargantáns y Santa Xusta de Moraña. Con el traslado se llevaron a cabo unos trabajos arqueológicos que determinaron que el menhir podría haber sido parte de otro más grande.

En la zona se levanta una loma donde existen restos de un asentamiento castrexo, aunque la plantación en estos parajes de árboles, desfiguró el denominado Castro de Paraños.

En Marín se encuentra el menhir de Currás, que pasó desapercibido. Fue descubierto en el 2003, cuando las obras de la circunvalación de Marín obligaron a excavarlo. El diseño de la vía de alta capacidad atravesaba su ubicación original. Antes de eso, la piedra siempre había estado rodeada de misterio y de dudas sobre si era un menhir o solo una piedra. La excavación determinó la autenticidad de este monumento megalítico que tiene una antigüedad de 4.500 años. En la base de la piedra, de nueve toneladas y media de peso, se encontraron otras que, a modo de vaso, le servían de apoyo y se encontraron petroglifos en ella. Se trasladó al menos un par de veces. Tiene 3,14 metros de alto. El pasado mes de agosto, el Concello de Marín instaló señales y paneles informativos que explican su importancia. En Forcarei se encuentra A Pedrafita de Cachafeiro que cuenta con 3,2 metros de altura. En el antiguo Camino Real, hoy un cortafuegos, se encuentra ubicado el menhir Marco Carreiro, en Cuntis. Es un bloque de granito grueso que se va estrechando hacia arriba y cuenta con un remate cónico redondeado. Tiene 1,80 metros de alto y un perímetro de 80 centímetros. La superficie está pulida y presenta algunas cazoletas. Fue usado como demarcación entre las parroquias de Estacas, en Cuntis, y la de Santo André de César, en Caldas de Reis.

Sobre la función de los menhires hay mucho escrito. Hay quien sugiere que algunos de ellos funcionaban como calendario astronómico. Uno de ellos sería, para el estudioso Xosé Alberte Alonso Fernández, el de Casas Vellas o de Currás en Marín. Considera que la piedra marcaba los equinoccios de otoño y primavera y los solsticios de verano e invierno. Los menhires sirvieron también de marco para delimitar territorios, señalar túmulos funerarios y algunos se consideran monumentos a la fertilidad.

B.B.

«Un menhir es algo sencillo, es fácil de desmontar y vale para cualquier cosa»

José María Bello Diéguez, arqueólogo y experto en megalitismo, fue hasta su jubilación director del Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña. Bello afirma que los menhires «no son un monumento que abunde como abundan los dólmenes y sobre todo, los túmulos megalíticos y las mámoas, que van apareciendo cada vez más». Para este experto una de las razones es su propia naturaleza explicando que «es que una cosa tan sencilla, una piedra elevada» y precisamente por su sencillez, indica, no es fácil datar la antigüedad de la piedra y determinar si se trata de un menhir.