Así es la vida en el buque Elcano, recién llegado a Marín: «Mejor que el Erasmus»
MARÍN
El barco volvió a amarrar en el litoral marinense tras un nuevo crucero de instrucción que reunió a 74 alumnos, entre ellos doce mujeres
13 jul 2023 . Actualizado a las 10:44 h.«Es legendario», dice Pablo Boleas, pontevedrés y uno de los 74 alumnos de tercer curso que acababa de desembarcar del buque emblema Juan Sebastián de Elcano. En Marín lo esperaban sus abuelos, sus hermanos y sus padres, Gloria y David, este último incluso visitó ayer la playa de Aguete por la noche con el objetivo de conseguir la mejor instantánea nocturna del barco previamente al gran día.
Tras 189 días navegando alrededor del mundo en el histórico buque escuela, pisó España de nuevo la promoción «más unida» que recuerda Carlos Ameyugo, alférez y oficial de información pública del navío. Ameyugo, que en su día realizó la instrucción y que embarcó ahora como profesor, se lo recordó a los 74 guardiamarinas justo antes de desembarcar en Marín, haciendo hincapié en que «me dan cierta envidia sana» y recalcando la predisposición que todos los jóvenes estudiantes mostraron durante la navegación: «Van todos a una, si hay que hacer algo se ofrecen todos a la vez».
A la llegada del barco, que realizó a vela el último tramo, que une Nueva York con Marín, le siguió un acto marcado por la solemnidad y por el ansia que mostraba gran parte de la tripulación de regresar a casa. Igual que ellos, sus familias, que llenaron muy pronto el muelle de Torpedos, tanto como a las 9.30 horas de la mañana, esperando para volver a tocar, abrazar y besar a sus seres queridos.
Tras el proceso de amarre y después de que la totalidad del barco y del resto de oficiales y estudiantes de la Escuela Naval Militar de Marín cantasen de manera muy sentida el himno de la Armada española, los jóvenes tuvieron vía libre para reunirse con sus familias.
«Es mejor que un Erasmus»
Para Pablo, que dice que la instrucción «es mejor que el Erasmus», viajar en el Juan Sebastián Elcano es «casi el objetivo que te ponen desde que entras». «Una vez que llega no te lo crees» y redondea afirmando que «es único». No resume el viaje en algo concreto, para él es importante «todo, ver mundo, conocer gente, navegar» y sobre todo «saber que estás cruzando el Atlántico a vela».
Durante casi seis meses, 250 personas han convivido en un barco que, en palabras, de Ameyugo «se hace muy pequeño navegando». Según el alférez de navío, una de las cosas que se aprende en el buque es el «compañerismo forzado» porque «como te lleves mal con alguien solo tienes 100 metros para perderlo de vista».
Boleas refuerza esa idea cuando comenta que «tienes que aprender a no quemarte, a no pelearte con tus compañeros o a no pasar el tiempo solo viendo el agua». Para evitar ese pensamiento rumiante, él y sus compañeros matan el tiempo «viendo pelis, leyendo e incluso jugando al mus», recalcando que dentro del barco «mucha gente ha aprendido a jugar al mus».
No todo es ocio, los jóvenes también tienen clase y deben mantenerse físicamente bien en un espacio muy reducido. «Las clases las damos en la cámara de guardiamarinas y el deporte en el exterior, en suelo plano, en la parte más a popa, en la toldilla» sentencia Pablo Boleas.
Tras saludar protocolariamente a Manuel García Ruiz, comandante director del navío, los alumnos, entre los que destaca la presencia de doce mujeres, en comparación con las cuatro que hubo en el crucero de instrucción del año pasado, abandonaron el barco.
El buque escuela Juan Sebastián Elcano, que cruzó por primera vez en sus 95 años el Cabo de Hornos a vela, será sujeto otro año más a un proceso de reformas muy estricto con el objetivo de llegar a su centenario manteniendo la «muy buena salud» que Ameyugo afirma que tiene el barco. Para quien quiera ir a visitar el navío, sus puertas estarán abiertas, de manera gratuita y para todo el público, los días 13 y 14 de julio en un horario de 09.00 a 13.00 y de 16.00 a 19.00.