
Daniel López, de Ponte Caldelas y corredor de ralis, murió en un accidente laboral en un parque eólico de Cádiz mientras su mujer, que había ido desde Galicia a verle, le esperaba
12 nov 2024 . Actualizado a las 14:49 h.La vida es a veces tan retorcida que es difícil pensar en un guion que la supere. Este último fin de semana tenía que haber sido tremendamente feliz para Dani, para Daniel López Rey, vecino de Ponte Caldelas. Tenían que haber sido de esos días en los que el exhibía su gran sonrisa, aunque para eso hacía falta poco, porque su rostro era alegre por definición. Aunque natural de Ponte Caldelas, él estaba en Cádiz, donde había cumplido su sueño laboral de trabajar en parques eólicos. Su mujer, Ariadna, con la que llevaba más de media vida, había ido a verle hasta el sur de España estos últimos días para celebrar que los dos habían estado de cumpleaños. Eso seguramente harían el sábado cuando él volviese de trabajar. Eso hubieran hecho, posiblemente, de no ser porque Dani falleció poco antes de las dos de la tarde. Murió víctima de un accidente laboral. Le cayó encima un armario eléctrico de un aerogenerador que estaba sujeto con una cadena y que al parecer se soltó. Tenía solo 41 años, una hija llamada Manuela y muchas ganas de vivir.
Es su hermana Sandra la que, en medio de un llanto imposible de contener, cuenta cómo era Dani: «Siempre fue un niño buenísimo, un pedacito de pan, pensé que estaría siempre a mi ladito, nos queríamos tanto», dice. Explica que nacieron en Zúrich, ya que sus padres habían emigrado a Suiza. Ya de vuelta, la familia se instaló en la zona de Pontevedra, donde acabaron haciendo la vida.
Dani, siempre con su sonrisa puesta, conoció a Ariadna siendo ambos muy jóvenes. Se enamoraron y nunca más se separaron. Tuvieron muy pronto a Manuela, que ahora ya está cerca de la mayoría de edad, y se convirtieron en unos padres jóvenes, cercanos y orgullosísimos de su niña. A él, concretamente, «se le caía la baba con sus dos mujeres, con mi cuñada y con Manuela», resume su hermana Sandra. También quería mucho a su madre, Teresa, y no dejaba de preocuparse por ella, sobre todo desde que ella había enviudado. Cuenta Sandra que ella y su hermano siempre estuvieron unidos, mucho más en los últimos seis años, tras perder a su padre también demasiado pronto.
Él se hizo muy conocido en la parroquia pontevedresa de Marcón porque trabajó de cara al público muchos años en la ferretería Blanco. También era una persona conocida y muy querida en el mundo de los ralis, ya que muchas veces compitió a a bordo de un R5 Turbo. Ariadna, su eterna chica, solía ir de copiloto. Vivía con su mujer y con su hija en Ponte Caldelas, donde se habían comprado una casa en una parroquia del municipio. Hace un año, él cambió de trabajo: «Quería prosperar un poco, intentar hacer alguna cosa nueva y se fue a trabajar a los eólicos. Estaba contentísimo, le habían hecho encargado de desmontaje de los eólicos y estaba feliz», cuenta su familia.
Todo iba bien hasta este sábado a esa hora fatídica. A las 13.45 horas. Su mujer estaba esperándole en la vivienda en la que él residía en Cádiz cuando le llegó la peor de las noticias. Dani había muerto en Tarifa, en el parque eólico donde trabajaba. Según informó el Centro de Coordinación de Emergencias de Andalucía, estaba a varios metros de altura cuando sufrió el accidente y necesitaba ser rescatado. Se le cayó encima el citado elemento del aerogenerador y su vida se apagó allí mismo.
Su hermana explica que su cuñada tuvo que hacer frente a esas primeras horas en solitario. Luego viajó allí la madre de Dani. Y este lunes se preveía que sus restos pudiesen regresar a Pontevedra, donde se pretendía velarle hasta el martes por la mañana, cuando partirá hasta Nogueira de Ramuín, la tierra de su padre, donde será enterrado. Lo dice su hermana Sandra y lo dice bien: «No hay palabras para algo así».