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Sonia Iglesias, nueve años llenos de incógnitas

L. Penide / S. Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Manifestación en el 2018 en recuerdo de Sonia Iglesias, en Pontevedra
Manifestación en el 2018 en recuerdo de Sonia Iglesias, en Pontevedra EMILIO MOLDES

La familia convoca el próximo día 30 una manifestación en Pontevedra para evitar que el caso quede en el olvido

17 ago 2019 . Actualizado a las 20:37 h.

El 18 de agosto del 2010 (mañana se cumplen justamente nueve años) ha quedado grabado a fuego en la memoria de Pontevedra y de toda Galicia. Aquel fue el último día que se vio a Sonia Iglesias. Una mujer joven, madre de un niño de corta edad, encargada de una tienda del grupo Inditex en la ciudad del Lérez, apreciada por clientes, vecinos y amigos, que desapareció sin dejar rastro.

Lo último que se supo de ella fue que aquella mañana de agosto salió con su pareja -Julio Araújo- del piso que compartían en el barrio de Campo da Torre, junto a la plaza de toros de Pontevedra, y se dirigió a un local de reparación de calzado ubicado en la calle Arzobispo Malvar. Este negocio es el último lugar donde se situó a la pontevedresa aún con vida. Allí dejó un par de sandalias a arreglar, zapatos que nunca han sido reclamados. Sonia Iglesias salió por la puerta y a partir de ese momento se le pierde la pista.

En cuanto trascendió la desaparición -calificada desde un primer momento como «inquietante» por los mandos policiales- la ciudad se volcó. Rápidamente se organizaron batidas de búsqueda. Su cartera apareció el mismo día de su desaparición en la carretera de Vilagarcía, en las proximidades del poblado chabolista O Vao, mientras que otros enseres fueron localizados días después, pero no se llegó a ninguna conclusión.

La policía comenzó a centrar sus pesquisas en el entorno más próximo de la joven, concretamente en su pareja. Entre el 2012 y el 2014 parecía que el cerco se estrechaba sobre Julio Araújo, que llegó a ser imputado por la desaparición de su compañera sentimental a raíz de una serie de contradicciones en sus declaraciones. Pero del mismo modo fue desimputado cuando la jueza determinó que estas carecían de carga probatoria alguna. La Fiscalía llegó a solicitar en su día que se sometiera a Julio Araújo al test de la verdad, pero la Audiencia Provincial lo desestimó.

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La causa fue archivada y reabierta. Y el último, hasta ahora, gran impulso a esta investigación se produjo a finales del año 2017 cuando se centraron las miradas en una vivienda del barrio de San Mauro, que pertenece a la familia Araújo y en la que la pareja había residido durante unos meses.

En febrero del 2018 se llevó a cabo un exhaustivo registro de este inmueble, con catas en el jardín y toma de muestras biológicas. A raíz de estas investigaciones fueron interrogados tanto Julio Araújo como su hermano. Una vez más, sin resultado alguno ni imputaciones.

Desde aquel verano del 2010, ha habido varios relevos tanto al frente de la Comisaría Provincial de Pontevedra como de la Subdelegación del Gobierno. Todos cuantos pasaron por los puestos de mando de una y otra salieron con la espina clavada de no haber sido capaces de arrojar luz sobre un caso que sigue sobrecogiendo a la ciudad de Pontevedra.

La familia de Sonia -especialmente sus padres y su hermana- mantiene vivo el recuerdo de la joven y cada agosto convocan una manifestación reclamando respuestas. El apoyo de los vecinos de Pontevedra a la manifestación, que se convoca bajo el lema de Todos somos Sonia, es masivo. Este año, la marcha tendrá lugar el próximo día 30. Se desplazó unos días con respecto al aniversario de la desaparición para no coincidir con las fiestas de A Peregrina. Ese día, Pontevedra volverá a preguntarse, nueve años después, dónde está Sonia.