«Mi padre se pudo despedir en casa de sus nietos con un consejo de abuelo»

PONTEVEDRA CIUDAD

La familia de Segundo Blanco pide que se potencie el servicio de HADO
07 mar 2021 . Actualizado a las 19:50 h.«Lo echas mucho en falta, pero estamos tranquilos y agradecidos a HADO». Quien lo cuenta es Paquita, que recibe en su casa de Pontevedra acompañada por Elva y Asun, dos de sus tres hijas -Marisa no pudo estar-. La familia perdía el pasado 20 de febrero a Segundo Blanco Delgado, marido, padre y abuelo de seis nietos. Con una serenidad que ayuda en parte a llevar el dolor relatan que Segundo entró en el hospital por una infección de orina y en cuestión de días ese diagnóstico dio un vuelco con un cáncer de páncreas.
«Fue todo muy rápido. Mi padre tenía programada la quimio paliativa, pero desde el 20 de enero fue en picado. El 1 de febrero era ir a cuidados paliativos a o HADO», explica Asun. Elva comenta que estaban perdidos porque no conocían el servicio de hospitalización a domicilio. Una alternativa de atención sanitaria que se presta fundamentalmente a pacientes crónicos, en su mayoría de edad avanzada, y a personas que necesitan cuidados paliativos.
Al final fue HADO, en concreto, el equipo que forman el médico Alberto Fernández y la enfermera Loli Vilas quienes acompañaron a Segundo y a su familia. Paquita agradece las explicaciones médicas, pero sobre todo el apoyo y la empatía. «Al principio me decía, ¿voy a ser capaz? Pero después te quedas con una tranquilidad al ver que está bien atendido en su casa y con nosotros, y eso que esto era una farmacia». La familia de Segundo publicó una carta en La Voz de Galicia para expresar su «más profundo agradecimiento» al personal de HADO. Dicen que durante días fueron testigos de su «profesionalidad, sensibilidad, atención, cariño, apoyo, empatía y prudencia durante el tratamiento». Y lo hacen público con un doble objetivo: que se potencie y se conozca este servicio de la sanidad pública que en Pontevedra empezó a funcionar en junio de 1999.
Asun y Elva recuerdan que su padre pasó de comer normal a casi no tolerar la alimentación. En un mes había perdido veinte kilos. En poco tiempo el deterioro cognitivo fue importante y a Segundo se le iba a veces la cabeza por la medicación. En el equipo de HADO encontraron las respuestas que buscaban y pudieron aclarar todas sus dudas. Eso hoy les reconforta y guardan, dentro del dolor, un buen recuerdo de la despedida.
«Todos los días, menos el de su muerte, mi padre se levantaba, se vestía, se duchaba y hacía en casa la vida más normal para él dentro de su situación». Les preocupaba el sufrimiento porque les habían dicho que en el cáncer de páncreas el padecimiento final es descomunal, pero no fue así. Subrayan que Segundo se fue tranquilo, se pudo despedir de todos sus nietos «dando un consejo de abuelo y un beso a cada niño». En los días previos también hubo risas y buenos momentos.
Paquita, que sabe que tendrá que aprender a vivir sin su compañero del alma, agradece hasta el infinito el respaldo de HADO, de Alberto y de Loli. «Yo no soy de esas personas que han tenido malas experiencias con los médicos, pero ahora sé que en estas situaciones la persona está igual de atendida que en el hospital, pero está en su casa. Y ellos te ayudan en los últimos momentos de la vida y la muerte. Hay que potenciar HADO». Y es que a Segundo no le gustaba estar solo, y menos en un hospital. Su familia lo define como un hombre hogareño, que disfrutaba caminando, estando con su familia y de los veranos en Raxó. Así era feliz.