
La historia perdida de un balneario y una finca que un día fueron parte clave de Pontevedra
18 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.De la Villa Buenos Aires de Casimiro Gómez apenas queda nada. El quiosco en ruinas de un viejo un balneario y un mirador que ha cambiado hasta ser irreconocible son todo lo que queda de la antigua finca de Monte Porreiro, el lugar que acogió los sueños del indiano.
Casimiro Gómez nació en Viascón en 1854, en una familia modesta de Cotobade. Lleno de sueños y esperanzas por las historias que contaban de su tío Fidel, a los catorce años y sin un duro a sus espaldas emprendió travesía a Buenos Aires. Tras varios baches e infortunios, cuando Casimiro regresó años más tarde a su tierra natal, lo hizo como un hombre diferente. Con gran esfuerzo y dedicación, el de Viascón había conseguido labrar una gran fortuna y convertirse en un exitoso hombre negocios. Y parte de ese inmenso capital lo invertiría en Pontevedra.
En el año 1900, Gómez compraría la finca de Monte Porreiro, renombrada Villa Buenos Aires en honor a sus lazos con Argentina. Se trataba de un lugar extenso, rico en vegetación y con las condiciones perfectas para la explotación y experimentación avícola.
Como cuentan en la memoria O Balneario do Lérez del Museo de Pontevedra, fue el sitio en el que decidió instalar su residencia en la ciudad. Lo hizo en una casa de estilo suizo- más tarde reconvertida en mansión- que contaba con preciosas avenidas, decoradas con vegetación exótica, fuentes, merenderos y otros elementos decorativos que convirtieron a Monte Porreiro en uno de los lugares más bonitos de Pontevedra. El conjunto lo completaba un curioso mirador de hierro desde el que se contemplaban hermosas vistas de la ciudad.
Pero en Villa Buenos Aires había otro tesoro escondido: dos manantiales de agua que Casimiro vio como una oportunidad de negocio. Así nació el Balneario del Lérez, inaugurado en 1906 y que constaba de un edificio principal situado en el margen izquierdo del río y un pequeño quiosco en el exterior, a los que se les sumaría un pabellón que serviría de fábrica. Se convirtió en uno de los lugares más famosos de Pontevedra, con visitas de personas importantes de la época como el Marqués de Riestra, Cobián Roffignac e incluso la Infanta Isabel. Las botellas de agua del Lérez se convirtieron un éxito a nivel internacional, aclamadas por sus propiedades medicinales y con premios a sus espaldas. Se vendían a lo largo de Europa y América e incluso en las Casas Reales Española e Inglesas.
Un pasado en ruinas
A día de hoy apenas quedan los recuerdos. De Villa Buenos Aires, solo permanecen varios árboles y el mirador, que ha sido cubierto completamente de piedra y está irreconocible con el de sus inicios, pero que sigue siendo una de las localizaciones más bonitas del lugar. Al que más le han afectado los años es, sin duda, al balneario. Tras no ser capaz de hacer frente a la competencia, fue abandonado. Los edificios que una vez acogieron a tantas personalidades ya no existen y solo quedan las ruinas del quiosco en un estado pésimo. Su historia cayó en el olvido, es gracias a trabajos como los del Museo o historiadores como Xosé Manuel Pereira Fernández que podemos conocer lo que un día fue.
Todo sueño llega a su fin, sin excepción. Pero algo siempre permanece, todavía nos quedan estos encantadores lugares que visitar, para recordar lo que algún día fue la gran empresa del indiano Casimiro Gómez.