
El valenciano llega a Pontevedra con «Melancolic», que «ahonda en todo un proceso destructivo por el que pasé»
13 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La Sala Karma continúa con la celebración de su «16-1» aniversario con una programación variada que el próximo 24 de marzo traerá a Pontevedra a Álex Sienna (Valencia, 1992) en lo que será su primer bolo en la Boa Vila.
—Se dice que los niños llegan con un pan debajo del brazo y Álex Sienna recalará en Pontevedra con su nuevo trabajo discográfico, «Melancolic».
—Sí, llego con un disco aunque parezca mentira en estos tiempos. Salió en octubre y ahonda en todo un proceso destructivo por el que pasé, bebe un poco de la propia percepción que tenía en ese momento y tengo de mí mismo. Todo esto se ha visto materializado en seis canciones.
—Es un disco en el que, como se suele decir, ¿se ha abierto las heridas?
—Bueno, es uno de mis trabajos más introspectivos. Es verdad que mis discos anteriores difieren de Melancolic, porque al final eran una crítica a la sociedad, a los prejuicios, a las ideas establecidas, a todas estas ideas que nos meten como disparos, por lo que el motor era la sociedad. En Melancolic, por el contrario, el motor he acabado siendo yo mismo.
—Un disco con las características que describe, ¿tiene potencial para el directo o es más para disfrutar en casa?
—Realmente, en el directo las canciones cogen otra dimensión y, curiosamente, prácticamente están en simbiosis con mis trabajos anteriores. El directo es un viaje por mis discos y conviven muy bien. Es un viaje muy enérgico, con mucho dinamismo, pero con esos elementos introspectivos que hacen que sea como un vaivén de emociones en el que la energía se mantiene constante. Los temas crecen mucho en el directo porque se crea una bidireccionalidad entre público y artista que hace que las canciones suban un poquito y vayan más allá. El directo es terminar un ciclo que comienza al componer el tema, lanzarla y, al final, compartirla con el público.
—Una sinergia que se perdió estos años por la pandemia.
—Sí. Saqué mi anterior trabajo el 24 de enero del 2020, Tiempos de impacto, que prácticamente fue predecir lo que iba a pasar. Nos dio tiempo a hacer parte de la gira, pero en marzo nos confinaron y se acabó todo. Fue un jarro de agua fría porque mi proyecto es autogestionado y fue como si toda esa mochila cargada con esfuerzo... Al final, pasa factura. Hicimos algunos conciertos, pero es este año cuando hemos vuelto a las salas con la calidez del público. Ver a la gente bailar de pie es un chute de energía y me recuerda, salvando las distancias, a todo lo que había antes de la pandemia. Te apetece un poquito más vivir.
—¿Cómo fue ese momento de pisar de nuevo el escenario de una sala?
—Empezamos la gira el 14 de enero, en plena sexta ola. Nadie la esperábamos y estuvimos a punto de cancelarla, pero decidimos seguir adelante. Me dije que «la vida sigue y, si no es ahora, no va a ser nunca». La verdad, y dadas las circunstancias, no está yendo nada mal. Me apetecía girar el disco, ver las caras, hablar con la gente de como ha absorbido este trabajo.
—¿Hubo en algún momento que pensó en tirar la toalla, en dejarlo y dedicarse a otra cosa?
—¿Yo? ¡Todos los días! ¡Todos los días dejo la música! Son muchas cosas. Si eres un proyecto autogestionado, son muchísimos los obstáculos, son muchísimos gastos, son nóminas, son sueldos, son alquileres... Yo dejo la música todos los días, pero también la retomo todos los días. Es mi pasión. Es lo que estoy haciendo y creo que estamos yendo por un buen camino, con un base muy sólida y con una comunidad que está ahí, respaldando los conciertos y este proyecto, que es algo que me parece fundamental. Dejo la música todos los días, pero luego subo al escenario y me digo: «¿Qué estoy diciendo? Si esto es lo que me hace vivir un poquito más feliz». Es aquello de disfrutar sufriendo y sufrir disfrutando. Creo que es un proceso por el que hay pasar, sobre todo, después de dos años de pandemia. En la industria estamos como en un período de transición que creo que va por el buen camino, aunque hay que seguir trabajando y currando.
—¿Los que vayan al concierto de Álex Sienna en la Sala Karma qué se encontrarán?
—Va a ser un concierto de muchísima energía. Son dieciséis canciones en las que hacemos un repaso por trabajos anteriores, que son un poquito más rock y luego este pop del Melancolic, que tiene tintes cercanos al jazz o al funki y con una instrumentación un poquito más austera, pero que casa perfectamente y convive con las canciones de mis discos anteriores. Esta gira por el norte no sería posible sin Vibra Mahou y nos vamos a dejar la piel sobre el escenario.