
Fernando Iglesias montó una papelería que con los años se convirtió en una librería especializada en la que sigue vendiendo la prensa diaria. Su carisma lo ha llevado a muchos programas de televisión
26 jun 2023 . Actualizado a las 10:36 h.La librería Baroja de la calle Palamios de Pontevedra es uno de esos rincones que hacen barrio en las ciudades. Son pocos los que no conocen a Fernando Iglesias. Algunos charlan con él a diario cuando van a comprar la prensa, otros porque lo han convertido en su librero de referencia y otros muchos, que ni siquiera saben situar Pontevedra en el mapa, han entrado de la mano de Tik tok hasta la cocina de Baroja, donde se esconden miles de títulos. Ha llevado su librería hasta todos los rincones del mundo a través de unas grabaciones compartidas cientos de veces y que suman, en muchos casos, más de cien mil visualizaciones. Agradece al algoritmo de la red social tener seguidores hasta en Perú. Eso sí, los libros hay que comprarlos en la tienda física.
Iglesias Acuña no quiere ni oír hablar de la venta on line. Ya la probó y salió de ella. «Yo esa fase ya la pasé, no doy opción a envíos, tengo que potenciarme como tienda física y olvidarme de competir con otros como la Casa del Libro o Amazon», explica Fernando, que desde que comenzó a redescubrir las redes sociales abrió un nicho de mercado nuevo. «Hace poco vinieron unos chicos de A Coruña que iban a tocar al Náutico de San Vicente y pararon aquí a comprar un libro», comenta Fernando, que también ve como entran clientes que lo descubrieron en Tik Tok. «A unos chicos les tuve que firmar un cómic manga, eran seguidores míos», dice con el mismo humor que aplica a esos vídeos que han calado entre los jóvenes.
Este es el presente de una librería que lleva casi tres décadas en Pontevedra. Pero tiene mucho pasado. Cuando a Fernando se le ocurrió la idea de montar un negocio andaba dando vueltas por la Universidad. Estaba ya en su segunda carrera y con 27 años pensó que había llegado la hora de dejar de «parasitar». «Monté una papelería como pude haber hecho cualquier otra cosa, es un negocio limpio», recalca comparándolo con una pescadería.
Así que no lo dudó y en el mismo bajo en el que sigue trabajando frente al instituto Sánchez Cantón y cerca de la Alameda, abrió Baroja. «Le iba a llamar Unamuno por la novela San Manuel Bueno Mártir, pero un amigo me dijo, ‘ponle Baroja, hazlo por mí que me gusta mucho'», explica para despojar de toda épica el nombre de su negocio.
En esos primeros años, funcionó como una copistería en la que llegó a tener hasta siete fotocopiadoras para atender la demanda que tenía de las academias de la zona y de las oficinas a las que surtía de material. «Con la crisis tan grande que hubo muchos de estos negocios cerraron y yo fui jubilando las máquinas y me quedé solo con una. A partir de ahí, en el 2008 me volqué en los libros y ya en el 2013 me especialicé en el cómic», explica Fernando. Es de los que cree que hay que destacar en algo para poder sobrevivir. Escogió el cómic siguiendo algunos consejos y ahora supone la mitad de su facturación. Reconoce que pudo haber optado por cualquier otro género, pero en este encontró una buena salida. «Si estás en una plaza tienes mucha visibilidad y paso de gente, pero si estás en una calle secundario hay que ser muy bueno en algo», comenta Iglesias Acuña.
Paso por la televisión
Desde hace años está solo en el negocio. Él se encarga de todo. Hace pedidos, cuentas, vende, se promociona y reparte la prensa a diario. Esa actividad casi no le deja tiempo libre. Hasta los vecinos bromean con él. «No te da tiempo de ir al peluquero», le dice una clienta diaria que se lleva dos periódicos. Si tuviese más tiempo quizás volvería a recorrer los platós de televisión. A Fernando le gusta la cámara. Pasó por al menos cuatro programas culturales de la TVG, pero se hizo popular en el barrio cuando apareció en Ahora Caigo, un concurso presentado por Arturo Valls y que Antena 3 emitió cada tarde durante años. «Estuve a punto de llevarme 18.000 euros, pero fallé la palabra basilisco», comenta Fernando Iglesias, que bromea con que en ese momento lo único que le preocupaba eran las ganas que tenía de ir al baño. «No sé si quería concursar o irme corriendo al servicio», bromea sobre ese concurso en el que participó.
Aunque hace años que no concursa, no ha perdido el gusanillo de la televisión y sigue participando en entrevistas para algún concurso. Mientras eso no llega, los vídeos de tiktoker le mantienen entretenido en una librería que sigue apostando por ver al cliente cara a cara aunque su popularidad haya trascendido a Pontevedra.