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La Confitería Landín consolida su expansión con un nuevo despacho para los cruasanes más famosos de Pontevedra

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Alfredo Pedreira y sus hijos, Aldara y Xoán, ultiman estos días la apertura de su nuevo local de Confiterías Landín en Pontevedra
Alfredo Pedreira y sus hijos, Aldara y Xoán, ultiman estos días la apertura de su nuevo local de Confiterías Landín en Pontevedra CAPOTILLO

Este miércoles abrirá otro local en la calle Michelena y tiene en mente uno más en Benito Corbal

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace menos de un año, concretamente el 1 de junio, Aldara cogía uno de los lugares con más historia de la ciudad. Confitería Landín, que durante toda la vida estuvo en manos de Fernando, cedía el testigo a la familia Pedreira, que también se había criado entre sacos de harina y azúcar. Los cruasanes más famosos de Pontevedra cambiaban de manos, pero no de sabor. El fundador de Landín enseñó a los nuevos propietarios sus secretos, trabajaron mano a mano en el obrador de Xeve para que cada mañana sus clientes siguiesen depositando su confianza en ellos. Era lo que Fernando quería y con lo que los Pedreira soñaban. Hoy, diez meses después de ese relevo en la gerencia, el nuevo dueño, Alfredo Pedreira, y sus hijos Aldara y Xoán, reconocen que «Landín fue un regalo que nos dio la vida».

Ese «regalo» en forma de negocio crecerá por primera vez en su historia gracias al esfuerzo esta familia. El próximo miércoles abrirá un nuevo despacho en la calle Michelena, donde hasta ahora estaba la Dolce Vita. «Será una réplica del primer local, idéntico. Tendrá unas mesas dentro y habrá entre cuatro y cinco personas trabajando, además de mi hija», explica Alfredo, que ha tenido que retrasar unos días la inauguración para tener todo a punto.

En tres días, Confitería Landín comienza una nueva etapa con la misma fuerza que la anterior. «Vimos la necesidad de crecer y tenemos una gran ilusión al ver lo bien que estamos trabajando. Queríamos estar en una de las buenas calles de la ciudad y lo hemos logrado después de mucho esfuerzo», explica Alfredo, que abrirá en Michelena, pero ya tiene en mente una tercera tienda. También esa será una réplica de la original que fundó Fernando, con el que siguen teniendo contacto. «Nosotros queremos siempre calles con movimiento y conseguir este local nos costó un poco. Ahora estamos pensando en la calle Benito Corbal, donde nos ofrecieron un bajo que nos interesa», recalca un padre orgulloso de ver como sus hijos sacan adelante un negocio con 15 empleados.

La familia Pedreira nunca pensó que un año después de coger el traspaso del negocio estarían inaugurando un nuevo local y con el siguiente ya en proyecto. «Es mucho mejor de lo que esperaba. Cuando Fernando me decía lo que vendía, a mí no me cuadrada y pensaba cómo va facturar así vendiendo cruasanes», reflexiona Alfredo Pedreira, que viene de una familia de pasteleros de Gondomar. Ese volumen de negocio que le detalló el fundador de Landín era real. Tan real que cuando está semana estuvieron juntos bromearon recordando esos días de negociaciones. Alfredo, Aldara y su hermano Xoán, que también se ha involucrado en el negocio, están más que satisfechos. Su sonrisa demuestra que el proyecto les sigue ilusionando como el primer día (o más).

Están sorprendido por la buena acogida que han tenido de los clientes de toda la vida, pero también de como han sabido conservar el legado que Fernando construyó y hacerse fuertes en una ciudad con mucha competencia. Esos famosos cruasanes se venderán desde esta semana en el local de Frei Xoán de Navarrete, pero también en Michelena, donde Aldara, a sus 21 años, es una parte fundamental para que este engranaje funcione. Estudió pastelería en el Carlos Oroza, y se encarga del obrador. Su hermano Xoán, que está a punto de terminar la carrera de Matemáticas, también se sumará al proyecto familiar y llevará la parte de las tiendas. Junto a ellos estará su padre, quien se ocupó de darle el empujón que hacía falta. Alfredo también es pastelero y tiene la experiencia de estar al frente de un negocio, así que estos días, él es el mejor consejero de Aldara y Xoán.

En este local de Michelena, la familia Pedreira quiere que todos estén presentes de una u otra forma. Por eso, en sus paredes habrá una exposición de los cuadros de su suegro. A las obras de Cabaleiro se sumarán las de su mujer, Macae, para demostrar que los Pedreira son una piña en los negocios y también en la vida.