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A Moureira, el trocito de Pontevedra que parece un museo de la Galicia riquiña al que no se le saca partido

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Es difícil que, San Roque, el barrio de la plaza de toros, pierda encanto mientras exista ese rincón único con irregulares piedras y casitas de cuento. Pero no todo luce bonito

18 may 2023 . Actualizado a las 19:38 h.

Hace solo un par de años, cruzar el barrio de San Roque, pasar por su corazón, la plaza del Campo da Torre y llegar hasta A Moureira, esa esquinita que recuerda que Pontevedra un día fue tierra de marineros, era sinónimo de toparse con personas como Eugenio. Este señor, que vivía en una de las viejas casitas del entorno desde los años setenta, contaba que en su vivienda había existido una fábrica de salazón, reconvertida por él en un espacio donde las herramientas se ordenaban milimétricamente. Eugenio y su mujer fallecieron. Y con ellos se cerró una de las casas de A Moureira. Otra más. Podría parecer una anécdota. Pero es la historia que se repite en este trocito de ciudad que parece un museo abierto de la Galicia riquiña: los antiguos vecinos que van falleciendo no se compensan con los que llegaron de nuevo y restauran casas que ahora gozan de un descomunal encanto a cinco minutos andando del centro de Pontevedra. A Moureira languidece con casas que necesitan puntales de hierro para mantenerse en pie, otras que cuelgan desde hace años el cartel de se vende por desavenencias entre sus propietarios y algunas más que, aunque arregladas, no están habitadas.

Desde A Moureira habla Víctor, vecino veterano del barrio, que reside en una de esas casas que por un lado mira hacia la ría y por el otro hacia esa especie de aldea en miniatura que forman ahí las viejas casas de los marineros. Él echa de menos que se limpie más el barrio: «Los barrenderos deben venir una vez al año», murmura. Y lamenta que en su día hubiese oposición de la asociación de vecinos a la obra de remodelación del entorno que se iba a hacer. «Porque pasaron los años y al final no se hizo nada. Nos invaden los coches, este es el aparcadero oficial de Pontevedra», dice desde su ventana, mientras señala hacia la plaza del Campo de la Torre.

Ese espacio, ubicado justo entre el coso de San Roque y las casitas de los marineros, es el lugar sobre el que pivota la vida de este entorno. Actualmente está en pleno zafarrancho de obras, ya que se está remodelando el parque infantil que hay en medio de una rotonda. El problema, tal y como narran los residentes, es que el lugar, sin aparcamientos de servicios, actúa de imán para decenas de conductores en busca de un hueco a lo largo de todo el día. «Hay coches, coches y coches», señalan Paula y su hijo Gabriel, a los que por lo demás les encanta la zona, sobre todo por su proximidad al centro.

Muy cerca, junto a la capilla de San Roque, se están bajando unos turistas del bus. No miran hacia el barrio. No saben de A Moureira. Es una lástima.