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Del Politécnico a la frutería

Rodrigo cumbraos / ch. c. REDACCIÓN / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Isabel, dueña la cadena de fruterías y de alimentación que lleva su nombre, lleva desde los 17 años en el sector
Isabel, dueña la cadena de fruterías y de alimentación que lleva su nombre, lleva desde los 17 años en el sector SERGIO SUEIRO

Alimentación Isabel suma más de dos décadas de negocio cercano y familiar entre Marín y Pontevedra. Isabel, la dueña, se lleva dedicando a la venta de fruta desde los 17 años

07 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre el revuelo del cartón de las cajas de manzanas que vienen y las de melocotones que van, Isabel se queja de que el fotógrafo no le haya avisado con tiempo para, por lo menos, haberse alisado el pelo.

La sintonía musical moderna, que mezcla canciones en castellano e inglés, se reproduce por toda la frutería gracias a una de esas radios que todo el mundo ha visto y que casi todo el mundo tiene. Isabel, admitiendo no tener otra opción, posa para la captura mientras una de las seis fruterías que tiene en Pontevedra recibe un continuo goteo de clientes.

Su trayectoria al frente de Alimentación Isabel la resume en «traballar». Un trabajo continuo que ha hecho de su negocio uno de los más conocidos y visitados por los pontevedreses desde que naciese en Marín en 1997. Ahora mismo Alimentación Isabel cuenta con siete establecimientos entre ambas localidades. Nadie le ha regalado nada. «Trabajamos mucho», dice sobre ella y su marido.

Mientras su gestoría le dirige el ámbito burocrático, «el resto lo hago todo yo». Isabel mima y cuida su negocio a la par que asume también la responsabilidad de comprar los productos y de preparar los pedidos. Para ella montar un negocio no es «trabajar ocho horas y ya».

Entre explicaciones y anécdotas de Isabel van pasando ojeadores y compradores por uno de los establecimientos. Sorprende, aunque no debería, que a tres de los compradores se les llama por su nombre.

Así se desmarca el comercio de la competencia. Con la cantidad ingente de negocios que se ubican en A Boa Vila, para Isabel sería injusto, asegura no «agradecer» a la gente simplemente el hecho de entrar a echar un vistazo a los productos.

El trato personalizado del que se hace mención en la página web del comercio, sobre la que Isabel pide no prestar atención por su ya longeva inoperancia, es un requisito fundamental a la hora de entender el éxito de Alimentación Isabel. A su dueña le interesa generar una relación cercana con sus clientes. «Quiero que entre una señora por la puerta y se le salude: buenos días, ¿qué tal el día?, ¿qué tal durmió?», recalca.

Lo de la web es interesante de analizar porque, si bien tuvo su tiempo de uso, ya forma parte del pasado. Es un reflejo del modelo de negocio que maneja la frutería ahora, más volcada a la calle que a la red. A pesar de haber echado mano de la herramienta tecnológica, Isabel no se olvida de que el negocio sigue siendo algo familiar del que se siente «muy afortunada» y que «nos da para vivir», pero que no permite profundizar en aquello que va más allá de lo tradicional. Del tocar, pesar, contar y mimar la fruta.

Ella lleva vendiendo fruta desde los 17 años, desde que pasó del Politécnico (IES Frei Martín Sarmiento) a la frutería, y hay que saber controlar el producto. Siendo perecedera, la fruta se tira en numerosas ocasiones, algo que no todos saben manejar, dice.

«Hay gente que monta una frutería viniendo de un comercio de ropa, y la ropa no se estropea». Durante «estos últimos años», recalca, se montaron «cuarenta mil» y no todo el mundo fue capaz de mantener en funcionamiento esos nuevos establecimientos.

Isabel también es meticulosa a la hora de elegir los perfiles de las trabajadoras que se van a encargar de las fruterías. Reniega de aquellas que «son cajeras y nada más» porque la gente «por el precio no viene». Competir con otras cadenas, y supermercados, le resulta imposible. Y cuando tiene que renovar el personal, aunque dice interesarle «no andar cambiando», recurre siempre al boca a boca. Otro efecto positivo de la intimidad que busca con un negocio que suma más de dos décadas desde el primer establecimiento en la ciudad marinense es que nunca necesitó solicitar gente «ni puse anuncios». Cuando falta alguien «ya te vienen los clientes y te ofrecen a su hijo, a su nuera…». Su intención es siempre facilitarle la vida a sus contratados por eso trata que sean de Pontevedra. A la gente «cuanta más comodidad le des, más a gusto está».

A pesar de que se despide con un posado de fondo multicolor que reseña la variedad de productos, al conocimiento de Alimentación Isabel se llega por familiaridad con el establecimiento. Por repetición.

Nadie dice que va a Alimentación Isabel. La gente visita «la frutería», siendo ese el mayor halago que podría recibir un establecimiento de este tipo, porque para sus clientes no hay competencia. Ni mejor trato.