Recorrió Europa en 27 mudanzas hasta volver a Pontevedra para montar una pinsería, que no pizzería

PONTEVEDRA CIUDAD

Gaia Sorce, de 26 años, sigue los pasos de sus padres, deja su trabajo en recursos humanos por la hostelería
24 oct 2023 . Actualizado a las 17:47 h.¿Es pizza? No, es pinsa. Gaia Sorce no sabe cuántas veces habrá respondido a esa pregunta desde que hace menos de un mes abrió Perbacco! en la zona monumental de Pontevedra. Después de vivir en ocho ciudades y con 27 mudanzas a sus 26 años, esta italiana de corazón gallego espera que esta sea su última parada. Se ha decidido a emprender junto al Lérez y ofrecer un producto novedoso en España, pero con una larga tradición en Roma. «En los últimos años ha repuntado la pinsa cuando hasta ahora solo era popular la pizza. La masa lleva harina de trigo, soja y arroz y es un poco más ligera que la normal», apunta Gaia, que recalca que tiene el aspecto de la pizza, pero no lo es. Y siempre tiene forma ovalada. Esta novedad está gustando y hasta se le queda pequeño el local en los días de mucho ajetreo.
Su llegada a la ciudad y al negocio fueron de la mano. Trabajaba en el departamento de Recursos Humanos en una empresa de Oporto, en Portugal, pero no acababa de estar contenta con lo que hacía. Y su padre, que hace tan solo un año abrió en Pontevedra la Trattoria Semplice, la animó a seguir sus pasos sin hacerse competencia: «Somos un complemento y trabajamos en sintonía». Ella no lo dudó porque reconoce que «siempre estuve en el ambiente. La idea de llevar yo algo nuevo me ilusionaba». Hizo las maletas y dio carpetazo a los tres últimos años de su vida en Portugal para volver a la ciudad en la que más tiempo estuvo viviendo. No vino sola. En este proyecto embarcó a Sergio Marongiu, un viejo compañero de cocina de su padre en distintas partes del mundo. Él también acaba de dejar su vida en Valencia para unirse al proyecto de Gaia. Ambos esperan que esta sea su última parada, pero ¿quién sabe? Su padre, Gabriele Sorce, hizo 25 mudanzas en los últimos 35 años, la mayoría de ellas con sus hijos a sus espaldas. «Es una forma de vivir», reconoce ella, que apenas tiene ya el acento italiano de su Turín natal, pero es capaz de pasar del castellano al italiano, inglés y portugués sin hacer casi ningún esfuerzo. Sus padres le dieron el empujón que necesitaba para abrirse camino con la pinsa en la misma ciudad que lo hicieron ellos con la comida italiana. «Los que vienen a la trattoria y ven que no hay pizza, le recomendamos que vayan a Perbacco a tomar pinsa», dice con humor Gabriele, que reconoce que las recomendaciones son de ida y vuelta entre padres e hija: «Siempre le dije que trabajar para uno es mejor porque que por cuenta ajena porque lo haces por ti. En una empresa, cuando no le vales, te vas».
Con una ilusión desbordante, Gaia comenzó en septiembre esta aventura en una calle llena de oferta, como es Figueroa. «Hay un ambientazo, nos apoyamos entre todos. A veces hay tanta gente en algún local, que nos mandan a los que no pueden atender. Es una calle muy vecinal y nosotros ofrecemos un producto como la pinsa, que es muy rápido y permite mucha rotación en el servicio», advierte esta joven. Ella se encarga de atender las mesas y Sergio está en el horno. La última parada del cocinero fue Valencia, pero trabajó junto al padre de Gaia en Londres e Italia. «En Pontevedra hay más nivel que en Valencia, la gente es más educada y está todo muy limpio», comenta Marongiu, que se muestra feliz de vivir una nueva experiencia de la mano de esta familia. «Conozco a Gaia desde que era una niña pequeña», apunta.
Elle se estrena en el mundo de la pinsa romana y en una ciudad en la que hacía unos años que no vivía, pero con la ilusión de dirigir un local «siendo una chica joven y mujer», advierte Gaia, que demuestra que hasta ahora nada se le ha impuesto. Lleva desde los 17 años viviendo sola y trabajando en muchas ciudades de Europa. Ahora acaba de dejar Oporto, pero también vivió en Turín, Valencia, Madrid, Londres, Barcelona, Collegno o Madeira. En Pontevedra vuelve a casa.