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Capri, la confitería más antigua de Pontevedra

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Abrió sus puertas en 1963 y en la actualidad ofrece más de 170 propuestas muy golosas, desde bollería, pastas y semifríos hasta tartas, siendo la de nata con fresas y la rusa las dos joyas de la corona

01 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Pontevedra es una ciudad muy dulce por suerte para nosotros. Y que no decaiga». La década de los ochenta no había hecho más que empezar cuando Menchu Collado aterrizó en el número 9 de la calle García Camba de Pontevedra. Por entonces, Capri ya era uno de los referentes por sus pasteles, tartas y dulces en la ciudad del Lérez, algo que no ha variado ni un ápice en todas las décadas transcurridas desde entonces.

Fue un 25 de julio de 1963, hace sesenta y un años, cuando este céntrico negocio abrió sus puertas de la mano del matrimonio conformado por Arturo Prieto Salvadores y María Luisa Fuertes Veigas después de que el primero hubiese aprendido el oficio de repostero en la capital francesa, París. Con este bagaje sobre sus espaldas, y una vez completada su formación en el extranjero, regresó a Pontevedra y, junto a su mujer, decidió sorprender a propios y extraños con distintas propuestas, algunas de las cuales aún siguen plenamente vigentes en Capri, acrónimo de Confitería Arturo Prieto.

CAPOTILLO

De hecho, y tal y como remarca Menchu Collado, a día de hoy, entre pasteles, semifríos y tartas variadas ofrecen más de 170 variedades de postres. En este punto, y cuando se le pregunta, por la joya de la corona, tiene muy clara la respuesta: «La tarta de nata con fresas, indiscutiblemente, y la tarta rusa. Luego hay otras, como el milhojas de merengue o el milhojas de crema, que también gustan muchísimo, pero la tarta de fresas es la que se lleva la palma», subraya.

Lo cierto es que, apenas quince años después de su inauguración, fallecía su fundador, Arturo Prieto. María Luisa Fuertes Veigas tomó el timón de Capri, que no soltaría hasta ya entrado el siglo XXI cuando, en el 2015, se lo dejó a Menchu Collado, quien apostó decididamente por continuar la senda marcada por sus predecesores acompañada por otros siete empleados.

De este modo, aunque tiene muy presente que la innovación es uno de los pilares para la evolución de este tipo de negocios, algo que se puede apreciar en su carrot cake o en su cheese cake, no pueden dejar de lado aquello que ha situado a Capri como el referente que es en la actualidad: «Triunfan —apunta Menchu Collado en relación con estas nuevas propuestas—, pero no puedes dejar de hacer las cosas de toda la vida».

Se trata de postres en los que prima el cariño y la calidad, y que reposan, en el caso de sus dos tartas más icónicas, en apenas tres productos. Así, en el caso de la tarta rusa, es un bizcocho con crema de mantequilla y cubierta de almendra, mientras que la joya de la corona es un esponjoso bizcocho al natural acompañado y decorado por nata y fresas. Tan sencillo… y a la vez tan complicado.

CAPOTILLO

También salados

Capri es, hoy en día, la confitería más antigua de la ciudad del Lérez seguida por Solla, otro emblema del dulce capitalino. «Somos una confitería pura y dura. No tenemos pan y solo nos dedicamos a la pastelería», remarca la actual gerente, quien aclara que también disponen de una pequeña selección de salados. Esto es, empanadas y empanadillas que también son productos muy demandados por los vecinos como por los muchos visitantes, turistas y peregrinos que recalan atraídos por la fama de este espacio que ha traspasado fronteras. «Sí que se nota», apunta aludiendo al tirón que está experimentando de unos años para acá el Camiño de Santiago.

«Y notamos que cada vez la clientela tiene más paladar y sabe apreciar más la calidad. Sobre todo, después de la pandemia sí se nota que la gente que prueba una vez un producto y le gusta, y a lo mejor estaba acostumbrado a otros sabores, prefiere, a lo mejor, no repetir tantas veces, pero sí tomar lo bueno», apunta Menchu Collado. Esto es, se «prefiere la cantidad y la calidad».

Pero si por algo también se destaca Capri es por no perder de vista la actualidad. Esto explica que, por ejemplo, con ocasión del pasado Día das Letras Galegas rindiesen homenaje a Luisa Villalta con un chocolate serigrafiado que aún llama la atención de muchos de sus clientes. Como también es común que decoren su escaparate con alusiones a los carnavales que tanto se viven en la comarca de Pontevedra o a las fiestas de A Peregrina.

Dragón navideño

Mención aparte es la Navidad, período del año en el que Capri es, junto a Solla y Landín, uno de las tres negocios que mantienen la tradición del dragón, algo que heredaron de la ya desaparecida Los Castellanos, confitería que se dice que fue la que introdujo este postre en la Boa Vila cuando en 1886 abrió sus puertas. En el caso de Capri es una propuesta que les acompaña desde su inauguración siendo y que con sus setenta metros de largo, cinco más que el elaborado en el 2022, de turrón, mazapán, tocino y base de bizcocho es el más espectacular de cuantos se realizan en la ciudad del Lérez.