Neptuno y su corte se dieron un banquete en Silgar hace unos días. Conchas de toda clase de mariscos cubrieron literalmente la arena en el extremo de la playa contiguo al puerto deportivo. Eran tantas que llamaban la atención, y no solo por su abundancia, sino también por su calidad, ya que eran los restos de moluscos de gran tamaño. A juzgar por el tamaño de algunas de las piezas, de estar en la lonja o en los mercados, habrían valido su peso en oro. Amontonadas sobre la arena se podían ver almejas, vieira, berberecho, mejillón, navaja y restos de unas ostras enormes.
El departamento de Medio Ambiente de Sanxenxo explicó que esta semana el temporal ha cambiado en varias ocasiones el aspecto de esta parte del litoral. «Nun día baixou a area tres metros de altura, pola forza das ondas, e recuperámola ao día seguinte», precisaron. Ya se ve que aquí el mar no se anda con bromas.
La marcha de la arena dejó al descubierto el manto de bivalvos que ocultaba celosamente la playa, sin contar con aquellas que las olas empujaron desde el fondo de la ría. A no demasiados metros, el oleaje excavó aún más profundo y dejó a la vista los cimientos del muro que sostiene el paseo marítimo y las huellas de los últimos esfuerzos por reforzarlos. Como pasó con las conchas, las olas se encargaron de ocultarlo nuevamente con arena.