Un bulevar llamado PO-308

SANXENXO

MARCOS GAGO

La reforma de la carretera litoral la convierte en una Gran Vía de Pontevedra a Sanxenxo

14 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las obras de mejora de la seguridad viaria que acaba de concluir la Xunta de Galicia en la carretera autonómica PO-308 han venido a confirmar lo que desde hace años era una previsible evidencia. La carretera de la costa que enlaza los municipios de Pontevedra y Sanxenxo es un bulevar. El vial autonómico, después de las reformas introducidas por la Consellería de Infraestruturas, se ha convertido en una especie de Gran Vía que enlaza la capital de la provincia con los diversos núcleos costeros de Poio y de Sanxenxo, la capital turística de las Rías Baixas. Ya no queda ni un solo tramo con línea discontinua donde se pueda adelantar a su paso por el término muicipal de Poio. Ni siquiera en la recta de Samieira, como antaño, y donde se ha reducido la velocidad máxima.

Las exigencias en materia de seguridad vial, tanto para peatones como para ciclistas, han motivado esta política reduccionista. El resto, es la consecuencia de décadas de una presión urbanística asfixiante cuando se permitió construir a pie de carretera y apenas a unos metros de la línea de costa, hasta consolidar un modelo tan aberrante como imposible de retroceder.

Senda segura

Habrá quien se pregunte si después de gastar algo más de dos millones de euros en la ejecución de la senda y demás mejoras del tramo entre O Covelo y Raxó (casi 4 kilómetros), no se podría haber habilitado algún carril de vehículos lentos para facilitar adelantamientos. Pues, no. No estuvo nunca en el ánimo de la Xunta de Galicia, Administración que ha costeado este proyecto.

El planteamiento fue, desde el principio, acometer la construcción de una senda segura para todos los posibles usuarios de la vía. De hecho, las expropiaciones que asumió la Xunta de Galicia siempre se focalizaron hacia el objetivo de ganar espacio para habilitar aceras y para los peatones, así como arcenes para el uso de los ciclistas y zonas de aparcamiento.

Al fin y al cabo, no podemos obviar que estas obras llegaron precedidas del clamor causado por los atropellos de ciclistas, con resultado mortal, que ocurrieron en los meses anteriores a la ejecución del proyecto de mejora. De hecho, este tramo recién reformado entre O Covelo y Raxó estaba calificado en las estadísticas de Tráfico como de «alta concentración de accidentes». De ahí la proliferación de rotondas y semiglorietas como elementos atenuadores de la velocidad de los vehículos.

Y a pesar de las evidentes restricciones a la velocidad de todos los vehículos, el Concello de Poio trasladó a la conselleira de Infraestruturas el malestar del vecindario por lo que se calificó como «obstrucións á mobilidade dos peóns». Venían motivadas por la instalación de marquesinas y señales verticales que al parecer dificultaban el tránsito peatonal.

Especialmente de aquellos con movilidad reducida pues se complicaba la capacidad de deambular con silla de ruedas o carros de bebés. Lo que no deja de ser chocante pues el presupuesto de la obra tuvo que ampliarse para recoger las sugerencias de los vecinos y acrecentar el gasto en pagar expropiaciones.

A mayores el grupo municipal del BNG de Poio, que lleva las riendas del gobierno de coalición que preside el alcalde, Luciano Sobral, manifestó su apoyo a la limitación de velocidad a 30 kilómetros hora en el tramo de la avenida de A Barca. Hablamos de un trecho de la carretera PO-308 que es puramente urbano, pues es el que transcurre desde la salida del puente hasta la rotonda del Sanatorio de La Merced. Prácticamente es una prolongación del ámbito urbano de Pontevedra, aunque por cuestión artificial de fronteras, sea Poio a efectos municipales.

El Bloque alegó que los últimos siniestros con atropellos de personas en los pasos de peatones requieren un urgente calmado del tráfico que debería decidir la Xunta como titular de la carretera.

La autovía, alternativa relativa

Desde tiempos inmemoriales, persiste un debate bizantino sobre la posibilidad de habilitar una alternativa a la carretera costera. Desde que Pepe Cuíña fue conselleiro de Obras Públicas, se planteó ese asunto con suerte dispar. Inicialmente se proponía un vial alternativo por la falda del Castrove y los montes de Samieira. Incluso Telmo Martín como alcalde de Sanxenxo, propuso una circunvalación que engancharía con esa teórica alternativa. Ni una ni otro cuajaron. La única que prosperó fue la construcción de la Vía Rápida o Corredor del Salnés, que se planteaba como un vial de alta velocidad que descongestionase el tráfico a lo largo de la margen derecha de la ría de Pontevedra.

Los hechos relativizaron ese desiderátum. Aparte de por una contrastada peligrosidad que se cobró un montón de vidas, aquel Corredor solo servía para aligerar el tráfico entre Pontevedra, Sanxenxo y O Grove pero, en cambio, no supuso alivio alguno para la circulación de vehículos desde la capital hasta la playa de Areas. Afortunadamente con los años y después de un montón de accidentes y víctimas, la vía rápida se transformó en autovía, lo que permitió reducir a niveles ínfimos la siniestralidad de antaño. Aunque el presupuesto para el desdoblamiento solo alcanzó hasta Sanxenxo, lo que ha condenado a los que circulan hasta A Lanzada y O Grove a exponerse al riesgo potencial de siniestros, a veces de consecuencias irreversibles, y a caravanas interminables. Hasta que algún día la Xunta desempolve el proyecto de ampliación del desdoblamiento.