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El método «Pim Pam» que le devolvió a Iker Argote las ganas de vivir

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

Iker Argote, con su libro el «Método Pim Pam» en la playa de Pragueira, en Noalla, en Sanxenxo
Iker Argote, con su libro el «Método Pim Pam» en la playa de Pragueira, en Noalla, en Sanxenxo Ramón Leiro

Este vecino de Noalla, en Sanxenxo, narra sus seis meses en una unidad de daño cerebral

29 ene 2022 . Actualizado a las 20:53 h.

Iker Argote Navalón (Vitoria, 1981) volvió a nacer hace seis años. En aquel entonces este vasco de nacimiento y sanxenxino de adopción —está casado en Noalla, donde tiene también su hogar— tuvo un gravísimo accidente cuya recuperación fue larga, pero exitosa. Al verlo ahora, con una sonrisa que se entrevé tras la mascarilla, nadie sospecharía por lo que pasó. Su optimismo le ayudó a acelerar su recuperación. Esa experiencia la cuenta en su libro El método Pim Pam. Iker resume así su filosofía: «Ante cualquier problema la actitud que tengas es muy importante. En esta vida pasan cosas que no se pueden evitar y hay que seguir funcionando».

Todo ocurrió un domingo por la noche, a los 35 años. Regresaba de un ensayo con el grupo musical al que pertenecía. «Iba de copiloto en un coche y sufrí un accidente de tráfico», explica. El parte médico fue desolador: traumatismo craneoencefálico grave, 27 fracturas por todo el cuerpo —dos de ellas en la columna vertebral— y la pérdida de la visión de un ojo. «Me operaron esa misma noche de urgencia por el traumatismo y estuve 16 días en coma», añade. Con este balance, la vuelta a la normalidad no iba a ser fácil.

«Desperté del coma pero yo no era consciente de nada. Mi cabeza, como decirlo, hacía que igual a mi mujer la llamaba como a mi hermana, porque no era consciente de nada», precisa. Lo ingresaron en la unidad de daño cerebral del hospital Aita Menni en Mondragón. Allí le contaron lo que le había pasado. «Me quedé en blanco, porque a mi cerebro, por las lesiones, se le habían olvidado que órdenes tenía que mandar a las piernas para poder andar, por ejemplo. Yo estaba en silla de ruedas, con corsé y collarín», recuerda.

Reorientar la vida

Ese fue el momento crucial. Justo antes del accidente tocaba de batería en el grupo musical con el que iba a sacar un disco. Estaba opositando para bombero y era autónomo como soldador de calderería. Sus metas e ilusiones se desvanecieron en la fatídica noche del accidente. Una secuela fue la pérdida del olfato y del gusto, lo que lo inhabilitó para seguir de soldador y también cerró de golpe sus opciones a bombero. Cualquiera se habría hundido. Iker, no. Admite que el panorama era tan duro como para poder estar «todo el día llorando», pero eso no fue lo que decidió.

«Yo esa misma noche me dije, ‘a partir de ahora hay que hacerle caso al equipo médico, a lo que me digan, y hay que funcionar’», aclara. Ahí estuvo una de las claves de su recuperación. «Me decían, ‘a ver Iker, vamos a intentar levantarnos y caminar’ y venía la enfermera y me ayudaba, y yo decía ‘venga va, pim pam». Relata otro ejemplo: «Venía un neuropsicólogo y me decía, ‘a ver Iker, vamos a intentar hacer este puzle de piezas’, y yo decía, ‘venga, va, pim pam’. Así pasaron seis meses, mejorando cada día, con buena actitud y arropado por los suyos que lo apoyan incondicionalmente.

A los seis meses, la neuropsicóloga le felicitó. «Dijo, ‘que sepas que por tu actitud te has podido rehabilitar en seis meses, porque si llevas a tenerla mala podrías haber estado así un año o más». Una vez de alta, no se quedó ocioso. «Me metí en el ciclo de grado medio de técnico de emergencias sanitarias» porque sí puede trabajar en ambulancias. Volvió a iniciarse en el mundo de la música y publicó El método Pim Pam, que ahora llega a su segunda edición.

Su consejo a personas que se hallen dónde él estuvo es claro. «Hay problemas que se pueden solucionar, y otros que solo se pueden afrontar. Si se vive con positividad, ningún problema tiene que inhabilitar más tiempo de lo comprensible. Te puede pasar algo malo y estar de bajón un tiempo, pero no se puede estar así toda la vida porque solo se vive una vez». Destaca que hay situaciones aún más duras que las suyas, y que «se van a llevar siempre, pero seguimos viviendo y a actitud tiene que ser pim pam, por así decirlo».