Los zagueros galos mostraron acciones propias de delanteros con el gol en las venas o de centrocampistas con ojo clínico para romper líneas
14 dic 2022 . Actualizado a las 23:01 h.La selección francesa de Didier Deschamps carbura desde su portero, Hugo Lloris, a su tridente ofensivo. Sus jugadores de ataque se beneficiaron del buen acierto de sus compañeros en la zaga.
Una línea defensiva inédita en esta Copa del Mundo. Upamecano, titular en la mayoría de encuentros, no estuvo disponible debido a un virus que también dejó en fuera de juego a Rabiot. Konaté fue el sustituto del central del Bayern y acompañó a Varane en el centro de la zaga. Por la derecha estaba Koundé, que procuraba actuar de tercer central cuando Theo Hernández volaba en el costado opuesto.
El fútbol premia el arte del engaño. Varane, aparente central, se convirtió en un mediocentro para filtrar un pase al borde del área. Allí, Griezmann asistió a Mbappé. El remate del jugador del PSG mutó en una asistencia a Theo Hernández, que marcó el primer gol con un remate acrobático. El defensor del Milan mostró el mismo colmillo que un delantero. Su cometido era encargarse de cuidar el franco izquierdo de los galos, pero apareció en el área marroquí para lucirse. Pese a ganarse la titularidad por una mala noticia (la grave lesión de su hermano Lucas), el pequeño de los Hernández llega a la final consagrado como uno de los defensas con más relevancia en el torneo. Además de su gol, suma dos asistencias en Catar.
Francia tuvo más opciones para doblar su ventaja. La más evidente nació en las botas del otro central. Konaté dibujó un envío largo que cazó Giroud. El veterano ariete superó en carrera a Saïss —el capitán marroquí pediría el cambio por lesión un minuto más tarde— y estrelló el balón en el poste.
Reacción marroquí
Marruecos buscó el empate en la segunda parte. El conjunto africano salió con ímpetu y, por momentos, dominó el encuentro. Los defensas galos entendieron el contexto. Varane y Konaté despejaron varios envíos peligrosos de los marroquíes. Sobre todo, un pase en el área pequeña de Boufal que, de no ser por la providencial aparición de Konaté, habría traído problemas a Lloris.
Deschamps dio entrada a Thuram y, más tarde, a Muani. Este último marcó el segundo en el primer balón que tocó en el Al Bayt. Y Francia, ya con el partido decidido, se relajó. Marruecos buscó el gol hasta el final. No lo logró, pero tuvo ocasiones para, al menos, despedirse con un tanto en su casillero.
Abderrazak realizó un disparo en el punto de penalti, tras una buena jugada individual de Abde. Jules Koundé evitó el gol marroquí bajo palos.
Las acciones de los defensores de Francia tuvieron consecuencias en el área de Lloris y en la de Bono. Y eso, sin goles encajados, significa pasar a la final con excelentes notas a final de curso. Pero, también, con alguna matrícula de honor.