Ejerció como el líder de su selección, hizo un doblete en la final, y fue clave en el título de Argentina después de participar directamente en once de los quince goles que marcó en el Mundial
18 dic 2022 . Actualizado a las 20:18 h.En la madre de todos los debates que rodearon a Messi, si su trayectoria se merecía la histórica cúspide del Olimpo mundial, la alargada sombra de Maradona, al que apabulla en las estadísticas, era imbatible en un solo registro. Diego había llevado a Argentina, con una exhibición, a lo más alto en 1986. Leo sabía que su trayectoria podía resumirse en un solo partido. Y que no habría chance más allá.
Messi abrió la final. No iba a esconderse cuando Di María se desinfló ante Dembélé y el polaco Marciniak vio penalti. Asumió su vitola de líder. Agarró la pelota y se fue a los once metros. Era su quinta pena máxima en el Mundial, sin contar las tandas. Solo otro polaco, Szczesny, había evitado el pleno. Messi tomó carrera, dirigió la mirada, ralentizó el paso medio segundo y, cuando adivinó que Lloris se tumbaría a su diestra, le mandó el balón con un golpeo seco a la izquierda. Gol en la fase de grupos. Gol en octavos. Gol en cuartos. Gol en semifinales. Y gol en la final. Ningún futbolista lo había conseguido antes.
De las cosas de Messi supo Francia en la cocina del segundo gol de Argentina. Un toque con el exterior, en un palmo, para habilitar la carrera de Mac Allister. De los 15 que hizo Argentina en el Mundial, Leo participó directamente en 11. Si le pedían que además de ganar fuera decisivo, su balance en Catar es impecable. Messi pudo anotar el tercero en una combinación eléctrica de Argentina que De Paul dejó pasar en área de Lloris para que Leo recibiera. Lo hizo con un control orientado de zurda que Rabiot obstaculizó cuando pretendía terminar con la derecha. En el penúltimo minuto del descuento, ya con el empate de Francia en lo alto, Leo armó un golpeo a media distancia que hizo sudar a Lloris.
La final tomó tintes de docudrama. En la memoria de Messi, la final perdida contra Alemania en la prórroga. Pero en el tramo decisivo, Leo volvió a mostrarse. Otra vez su liderazgo. Otra vez su incidencia. Estaba allí, donde las cosas pasan, para reclamar el palmeo de Lloris a un disparo de Lautaro. Koundé la sacó dentro cuando había traspasado la línea. Hubo prudencia en la celebración. Se chequeó un fuera de juego que no existía. Messi, otra vez Messi, ponía a Argentina a diez minutos de la gloria. Todo docudrama tiene su giro final. Mbappé marcó, deshizo la igualada con Leo como máximo goleador, y lo llevo todo a la tanda. Por si no se llegaba al último —como sucedió— Messi se puso el primero. Templado, al centro. Con una calma impropia de quién se lo jugaba todo. Gol. Fue el principio del final.
Con 35 años, Messi no solo ha llegado al culmen con su país. Lo ha hecho también con las mejores cifras con su selección. 18 goles en el 2022, un registro que no había alcanzado en ningún año de su carrera con Argentina. Messi no solo ha encendido su estrella. Lo ha hecho a lo grande.
