Aquello

Julio César Carballada Arias

RELATOS DE VERÁN

18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Al entrar en la sala, lo primero que me sorprendió fue el olor que la invadía. Éramos tan solo 9 personas alrededor de la mesa, estábamos atentos buscando el origen del humo que inundaba la sala y dejaba un místico y agradable olor a incienso.

Por fin lo encontramos, 28 cm de alto, negro mate, frío, una perfecta miniatura echa a escala muy pequeña de la gran estufa que ocupaba el centro de la sala. Encajaba muy bien con el estilo gótico del edificio. Fabricado en una prestigiosa fábrica de juguetes de España. Le habían colocado en un lateral unos troncos en miniatura de roble auténtica, imitando al combustible que la gran estufa utilizaría en los fríos inviernos de estas estepas siberianas.

Ninguno de nosotros sospechábamos que hacíamos allí. Solo teníamos un punto en común, todos formábamos parte de la plantilla de la misma multinacional y fabricábamos avanzados sistemas de destrucción masiva. Nuestros principales clientes eran la mayoría de los gobiernos. En ningún momento sospechamos cual sería el objeto de este viaje con los gastos pagados. Los nueve ocupábamos puestos en la Compañía de poca relevancia, todos éramos prescindibles.

Analizando con sumo interés el objeto central de nuestra mesa, comprobé que sus tres patas de un material similar a la fundición extrañamente empezaban a desprender una luminiscencia azulada que no nos generaba confianza.

El tiempo iba pasando, no aparecía ningún anfitrión. La miniatura contaba con una chimenea de unos 10 centímetros de alto y uno de diámetro. Seguía echando humo, al principio agradable. Los que estaban más próximos fueron los primeros en quedarse dormidos. En la pared interna de mi cerebro rebotaba, con sospechosa insistencia y sin poder salir, la palabra “prescindibles”.

Las tres patas habían alcanzado un intenso brillo azulado, o verdoso quizás. Me levanté algo mareado intenté abrir la puerta; no puede. Sorprendido y atemorizado intenté abrir la ventana; no puede. Pedí ayuda a voces; no tuve respuesta. Golpee los cristales con una silla; no se rompieron.

No sé el final de esta historia, todos nos fuimos quedando dormidos, o algo peor.

Julio César Carballada Arias. 64 anos. A Coruña.