Se acaba mayo, un mes muy largo, aunque a mi se me ha hecho corto. Me da miedo empezar otro mes. Me resulta inquietante no saber lo que va a pasar. Quizás debería centrarme en otras cosas: el sol, las flores, el mar… Esas que traen paz, que son sencillas, que siempre estuvieron ahí. A veces, solo es cuestión de mirar.
Cuando me levanto, el sol ya ha salido a saludarme. Entrecierro los ojos para verlo bien y darle los buenos días. Hoy se levantó contento -me digo-, y sonrío. Me voy a lavar la cara, el agua aún la encuentro fría y recuerdo la canción que me cantaba mi abuela cuando eso pasaba. Me seco con una toalla vieja, lo sé porque de los lavados ya no tiene esponjosidad, es más bien áspera, pero seca bien. No sé porque, pero la aspereza en la cara me gusta. Solo la de la toalla.
Ya en la calle, el viento bate con fuerza. Se le oye silbar, ¿Qué querrá decirme? Escucho atentamente y me esfuerzo por entender. Me trae los saludos del sol, me dice que hoy se levantó contento, sonrío, ya lo sabía.
Ahora el viento me acaricia suavemente y me acompaña por el camino. No sé bien a donde voy; donde mis pasos me lleven, donde me susurre el viento, donde me sonría el sol.
Dámaris Gago Expósito. 43 anos. Narón.