La Británica cierra su edición impresa debido a la competencia de los formatos digitales y a su alto precio
15 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Tras más de dos siglos de ilustrar y explicar el mundo que nos rodea, una de las publicaciones punteras del saber universal, la Enciclopedia Británica, ha hecho un punto y aparte para adaptarse a la nueva era digital y ayer anunció el cierre de su edición impresa. A partir de ahora, los 32 volúmenes que componían la enciclopedia solo podrán ser utilizados a través de Internet en su versión digital.
No debería sorprender cuando se consideran dos realidades: una, que la colección completa tiene un coste de unos 1.200 euros -la suscripción a la versión digital cuesta 80 euros al año-; y dos, que uno de cada diez niños británicos, por ejemplo, cree que una enciclopedia es un condimento para cocinar. «La edición en papel de la enciclopedia era cada vez más difícil de mantener y no era el mejor elemento físico para distribuir la calidad de nuestra base de datos y la de nuestra edición», explicó ayer su presidente, Jorge Cauz. Este cubano de origen subrayó que la Británica no ha sido, como han querido ver muchos, asesinada por la Wikipedia: «Nosotros fuimos uno de los primeros en asomarnos a la edición digital hace ya veinte años y hemos sabido adaptarnos a las novedades tecnológicas». De hecho, tiene una versión en cedé.
Pero la realidad es que la venta de la enciclopedia sufrió un ininterrumpido descenso desde que Microsoft lanzó en 1993 Encarta. En la actualidad, el 45 % de los jóvenes de entre seis y quince años nunca han utilizado una enciclopedia en papel, frente al 76 % que han usado la Wikipedia.
Desde 1768
El fin de su edición impresa significa la demostración más evidente hasta el momento del inicio del fin de los libros y enciclopedias en papel por la irrupción de sus versiones digitales. «Es posible que la impresión de libros y enciclopedias no desaparezca del todo, pero cada vez será menos importante», admitió Cauz.
A pesar de que la enciclopedia fue editada por primera vez en Edimburgo en 1768, de británica solo le quedaba el nombre, ya que en los años treinta fue adquirida por la firma Sears, con sede en Chicago. Desde allí se anunciaba ayer que quedan unos 4.000 ejemplares en venta de la edición impresa del 2010, de la que solo se han vendido 8.000 copias. Una vez se agote, la Británica desaparecerá de las listas de bodas y promocionales, y por ende, de las estanterías de las casas de medio mundo.