Twitter reaccionó con sorpresa e incredulidad a la actualización, en vísperas de Reyes, de la cuenta del juez Pedraz, inactiva desde agosto. Este abandono virtual no supuso ningún hándicap al magistrado, quien, molesto por las críticas recibidas tras haber rechazado la prohibición del acto de los expresos de ETA, contrarrestó la lentitud de la justicia con una rápida defensa en la red social. En ella publicó una serie de preguntas retóricas, que evidenciaban lo inviable del impedimento y que se convertían en una pedagógica lección de derecho, celebrada por los usuarios.
Pedraz se sumaba así a ese colectivo judicial, cada vez más numeroso, que no esconde sus veredictos en la Red, y cuyo rostro más irrefrenable es Elpidio Silva. El magistrado, imputado por prevaricación tras ordenar el ingreso en prisión de Blesa, publicó su primer tuit tres días después de encarcelarlo, y, desde entonces, se ha venido arriba, también en número de seguidores, con varias invectivas. La diferencia entre ambos es que Pedraz se ha limitado a repetir en Twitter los argumentos jurídicos empleados en el auto del sábado mientras que Silva, para muchos inseguro sobre su continuidad en la carrera judicial, se ha propuesto morir matando con varios desafíos digitales.