Los expertos aseguran que al saltar de la pantalla al mundo real las relaciones son estables y con menos divorcios que las convencionales
16 mar 2014 . Actualizado a las 11:42 h.Cita a ciegas en la puerta de un Vips de Madrid. Año 2007. Macú, una joven de Navia de Suarna, abandona el refugio de la pantalla para conocer a Miguel Ángel, con el que lleva tiempo flirteando en una página de contactos. En la puerta hay «un mendigo y un tipo con abrigo, ramo de flores en mano y bigote estilo José María Aznar». Macú cierra los ojos, aprieta los puños e implora: «¡Por favor, por favor, que sea el mendigo!». Ni uno ni otro. En un soportal se refugia del frío un chico alto. Es el día de San Patricio, así que brindan por su relación con unas pintas en una taberna irlandesa. Un año después se casan y así siguen hoy, «muy felices», con una hija de 5 años y un chaval de 3.
Ella frisaba los 35 cuando conoció a Miguel Ángel. Acababa de llegar a Madrid y quiso probar suerte en una web de Internet. «Me dio por ahí y cubrí el test como quien lee el horóscopo». El programa le filtró varios candidatos, pero «Miguel fue el único con el que quedé», explica la lucense. Resultó que trabajaba a 5 minutos de donde ella lo hacía, así que la primera regla de oro de los contactos en Internet viene siendo un viejo aforismo gallego: «O que está para ti non cho leva ninguén», proclama Macú.
El amor -también el sexo- ha sido uno de los motores de la World Wide Web, que en estos 25 años ha funcionado como una ingente agencia de colocación planetaria. Pero lo más sorprendente es que, a diferencia de lo que podría pensarse, las parejas nacidas en el mundo virtual, en líneas generales, funcionan muy bien cuando se atreven a hacer de carne y hueso su relación. Un estudio publicado el año pasado por la Universidad de Chicago confirma que los matrimonios on-line duran más y se divorcian menos que los convencionales, y además, uno de cada tres enlaces surgen ya en la Red. O lo que es lo mismo: lo que antes parecía muy friki, hoy es bastante habitual. El porcentaje de divorcios es del 6 %, por un 8 % de las parejas convencionales.
¿Y cuál puede ser la clave del éxito de la celestina 2.0? Macú aporta una clave: cuando empezaron a salir quedaban ellos solos y hasta que pasó un mes no conocieron «a amigos comunes». El amor nació «sin interferencias». Además, los dos buscaban una relación seria, estable. «Por eso cuando quedamos no tratamos de impresionarnos, todo fluyó muy bien. Pero me llega a pillar esto con 25 años y me voy a buscar un Denzel Washington», bromea.
libre de virus
Desde un pequeño pueblo del sur de Galicia, María ofrece una curiosa perspectiva de las relaciones on-line. «A mi marido me lo descargué de Internet como cualquier otro programa, y ya está amortizado». Luis, su compañero, venía libre de virus, aunque con un problema enrevesado. La Red aniquila cualquier distancia, pero esta reaparece de manera insalvable cuando se abandona el mundo virtual. «Llevo siete años casada con Luis, pero él vive en Valencia y en una década de relación no hemos estado juntos ni un mes seguido». No tienen hijos.
Con todo, ese amor de puentes y fines de semana tiene una ventaja adicional: «Nos vemos tan poco que no da ni para divorciarnos». Su relación nació hace diez años por afinidad política -«éramos los dos de la misma ideología»-, y, así, entre ministro y ministro concertaron una cita en su pueblo. Bueno, ayudó también alguna que otra artimaña. «Me mintió y aún no se lo perdono -recuerda María con cariño-. Me dijo que le gustaba bailar y que no era futbolero, y fue justo al revés».
La pareja guarda el texto de su primera conversación en el chat como oro en paño. Sobre el éxito de la fórmula on-line, María lo tiene claro: «Cuando conoces a alguien físicamente manda la atracción sexual y te enamoras de alguien que no existe. En Internet es al revés, la otra persona te gusta por su forma de pensar y de expresarse. Cuando lo vi por primera vez -prosigue- no hubo un flechazo, fue un proceso más tranquilo».
cita con «George clooney»
El éxito de páginas de contactos (de pago) como Meetic o eDarling es incontestable en Galicia. eDarling, por ejemplo, tiene aquí 46.500 usuarios, la mitad en A Coruña y Vigo. Seis de cada diez son mujeres, y la media de edad es de 38 años.
Pilar contactó con Víctor en una web gratuita, le dijo que estaba buscando «un Harrison Ford» y el que hoy es su marido le contestó: «Si te vale George Clooney...». «Es que hace 20 años que perdí la vergüenza», apostilla. Y si María y Luis optaron por no tener hijos, Pilar y Víctor ya los traían puestos: dos ella y tres él. Ahora se las ven y se las desean para encontrar casa para siete en Laxe, localidad a la que Pilar Carvallo es fiel desde hace veinte años, «sin faltar ni uno». Residen en Burgos.
En el año 2007, los dos venían de una relación fallida. «Yo había conocido a más gente por Internet, pero buscaba algo serio», explica Pilar. Tal vez la clave del éxito fue la parsimonia con que se tomó el asunto Víctor. «¡Este hombre no avanza!», se quejaba Pilar, acostumbrada a que los pretendientes quisiesen conocerla enseguida.
Pero Víctor, especialista en informática y muy familiarizado con los chats, llevaba su propio ritmo: «Si andas buscando algo se nota mucho», aconseja. Cree que Internet ha cambiado mucho, pero entonces «era como una enorme cafetería en la que te sentabas con calma y, al escribir, conocías el nivel cultural y los gustos de la persona con la que hablabas».
Pilar recuerda la primera cita a ciegas con su marido como «algo muy divertido, pero sin atracción física, que iría surgiendo poco a poco». Todo fue a paso de tortuga hasta que decidieron ir juntos a una casa rural «sin saber muy bien lo que iba a ocurrir», puntualiza ella... Y hasta hoy. Laxe volverá a recibirlos con los brazos abiertos. A ellos y a sus hijos, a los que, por supuesto, ni se plantean privar de Internet. Solo les piden «la sensatez y la intuición que tuvieron sus padres».