Cuidado con lo que se dice. Hay móviles por alrededor de 100 euros que sirven para todo y esos sí son de bajo coste. Y luego está la gama media, en el entorno de los 200-350 euros, con especificaciones que se aproximan y mucho a los terminales más punteros. No tienen, eso sí, su glamur; y es que, aunque a muchos les escueza, Apple tiene una reputación ganada a pulso. Despreciar a quienes compran un iPhone por su diseño o porque tiene una manzana grabada en la cubierta es como criticar a los que conducen coches que llevan una estrella o cuatro aros en su parrilla, o a los que visten vaqueros con etiqueta roja.
El iPhone SE es la respuesta de la compañía de la manzana al Mobile World Congress y especialmente al nuevo Samsung Galaxy S7 Edge, el único rival que goza de un aura similar. Cuesta 489 euros, exactamente 330 euros menos que el móvil de los coreanos. Tiene una pantalla mucho más pequeña, sí, pero podrías comprarte el iPhone y una tableta y todavía te sobraría dinero. Para mucha gente tiene el tamaño perfecto, incluso hay quienes piensan -como el que escribe estas líneas- que el mejor smartphone jamás fabricado es el iPhone 4s, el último de Steve Jobs, con sus proporciones perfectas (3,5 pulgadas) para manejarlo con una sola mano.
La capacidad del iPhone SE es escasa, probablemente Apple quiere que la gente se gaste dinero en comprar almacenamiento adicional en iCloud. O que vaya directamente al modelo de 64 GB, que cuesta 100 euros más. Pero sobre todo es un teléfono pensado para mercados emergentes, como China y la India, donde las ventas se habían estancado. Allí el móvil de la manzana solo se lo podían permitir las clases más pudientes, ahora está al alcance de muchas más personas. Y «muchas más» quiere decir decenas de millones.
Y luego está el software. Cuando se ha probado iOS, es difícil acostumbrarse a Android: mayor consumo de batería, mayor lag (retardo), menos actualizaciones... El iPhone SE no es low cost, pero tiene muchos argumentos para triunfar.