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La guerra del FBI contra Apple es solo la primera batalla por el control de datos

Andrej Sokolow LOS ÁNGELES / DPA

OCIO@

EDUARDO MUNOZ | REUTERS

El Gobierno supo cómo desencriptar el teléfono, aunque no reveló todavía su método

03 abr 2016 . Actualizado a las 08:17 h.

El FBI logró acceder a los datos guardados en el iPhone del atacante de San Bernardino, a pesar de que Apple se negaba a colaborar. Con este anuncio, la disputa llegó a un punto final. Apple no será obligada a desarrollar herramientas para violar sus dispositivos de seguridad y los investigadores podrán seguir adelante con sus pesquisas. Sin embargo, la discusión deja huella.

Para empezar el FBI hizo tambalear su credibilidad. A fin de cuentas, los equipos de investigación y el Departamento de Justicia aseguraron que Apple tenía que ser forzada a cooperar. Numerosos especialistas expresaron sus reparos por esa actitud. Pues bien, ahora que sus reticencias se vieron justificadas, cabe preguntarse: ¿Acaso los investigadores no contaban con los conocimientos suficientes en este campo? ¿O querían plantear el tema en la opinión pública adrede, para encender los ánimos en relación con un caso de terrorismo y de ese modo sentar precedente? Circulan sospechas de que el FBI «o no entiende lo suficiente la tecnología o no decía la verdad al explicar que solo Apple podía desbloquear el teléfono», señaló al Washington Post el abogado de la organización de derechos civiles ACLU, Alex Abdo.

Apple también salió con rasguños del choque. Ahora que el FBI sorteó las medidas de seguridad del iPhone, más de un cliente de la marca se preguntará si su móvil es realmente seguro, porque una de las posibilidades es que los investigadores hayan aprovechado algún «bache» de seguridad del fabricante. De ser así, las autoridades estadounidenses seguramente no podrán mantener esa vía en secreto durante mucho. Además, la ley de Estados Unidos obliga a reportar posibles fallas a la empresa en caso de que el inconveniente impacte negativamente en la seguridad de los usuarios.

Pero también circulan otras hipótesis. Hay quienes suponen que el FBI debió operar sobre el hardware para obtener los datos. Las especulaciones eran de lo más diversas: que se había aplicado ácido a los chips o que se utilizara un método complejo para extraer una copia de la memoria, de modo que no quedara bloqueado después de probar con 10 contraseñas erróneas.

Esto podría funcionar en un iPhone 5c como el que tenía el terrorista de San Bernardino, pero no en los modelos más recientes de la serie 6, dijo el especialista Jonathan Zdziarski, porque, explicó, en esos modelos la información está protegida por un chip de seguridad adicional.

Pero el director del FBI, James Comey, frenó a los defensores de esta versión diciendo: «He escuchado bastante al respecto. No funciona», aseguró.

Ahora, tras el anuncio en California, seguramente no será fácil para el FBI forzar a Apple a colaborar en otra oportunidad. La compañía, por su parte, dijo que seguirá trabajando para mejorar la seguridad de sus productos. «Nunca dijimos que nuestro software fuera absolutamente seguro», sostuvo un abogado de Apple la semana pasada tras anunciar el FBI que lograra acceder a la información. De todos modos, Apple sabe que habrá conflictos similares. El FBI tiene decenas de móviles que no puede desbloquear. Habrá que ver en cuántos funciona su método de acceso.

Otras tecnológicas muestran idéntica postura que la de la manzana

Y no hay que olvidar que esta es solo una parte del conflicto entre el Gobierno de Estados Unidos y las tecnológicas sobre quién debe tener acceso a los datos de los usuarios. En principio, solo estos conocen esa información y, por tanto, no es la compañía la que tiene ni la potestad ni la posibilidad de suministrárselos al Gobierno de turno. Grandes firmas como Faceboobk, WhatsApp y Google también tienen una postura idéntica. Apple, además, trabaja presuntamente para reformar la seguridad en las copias almacenadas en su servicio iCloud. En estos momentos, la empresa de la manzana entrega los datos si existe una orden judicial. Sin embargo, en el contexto del teléfono del terrorista de San Bernardino no lo hizo porque el FBI modificó la contraseña.