Los empleados de Google tienen una media de edad de solo 30 años. En Microsoft es de apenas 33. Una multinacional tecnológica con raíces locales como Indra llega a 37
13 may 2020 . Actualizado a las 16:09 h.Hace un par de meses, A. Jesse Jiryu Davis -un desarrollador de MongoDB que acababa de cumplir los cuarenta- escribía un interesante artículo en el que se preguntaba dónde acaban los técnicos más veteranos de la industria informática, que cuenta con una abrumadora proporción de talento joven, y se planteaba si en la misma existe edadismo o discriminación por edad.
Los empleados de Google tienen una media de edad de solo 30 años. En Microsoft es de apenas 33. Una multinacional tecnológica con raíces locales como Indra llega a 37, aunque el 52,88 % de sus nuevas contrataciones tienen menos de 30 años.
Todas esas cifras contrastan con una realidad en la que la edad media de los trabajadores en España es de 43 años y no son la excepción sino la norma en el sector. Para comprobarlo, si eres parte del mismo, solo tienes que mirar alrededor y contar la gente con más de 40 años en tu propia empresa, dejando a un lado directivos y mandos intermedios.
Si esta última interpelación ha disparado automáticamente un resorte mental en tu cabeza -«hombre, claro, es que dejando a un lado directivos y mandos intermedios, es normal»- enhorabuena, acabas de confirmar el sesgo sobre la edad que existe en el sector, porque no es normal. Nadie espera que un fontanero deje de hacer lo que mejor sabe hacer -reparar tuberías o desatrancar lavabos- y se ponga a gestionar el trabajo de otros fontaneros por el simple hecho de cumplir los 40 años. Si esta afirmación también dispara otro resorte -«es que hablas de trabajos manuales, no cualificados»- no te preocupes, solo estás reafirmando tu sesgo, porque tampoco se espera que un arquitecto, al cumplir los 40 años, deje de diseñar edificios y se ponga a gestionar las imputaciones de horas de otros arquitectos ni que -esta es buena, la metáfora favorita de los aguerridos defensores de los Colegios de Informáticos- un doctor deje de atender pacientes en la plenitud de su carrera para ponerse a organizar las citas de sus colegas más jóvenes.
Reconocer nuestros propios sesgos es la mejor forma de acabar con ellos, así que la pregunta no es si hay discriminación por edad en la industria informática sino cómo hemos llegado a sufrirla y cómo podemos acabar con la misma.
Asumir que -al llegar a una determinada edad- la progresión natural de un profesional es pasar a gestionar el trabajo de otros, solo es posible en un sector que crece con dobles dígitos año tras año y en el que se inyecta continuamente mano de obra joven e inexperta. Si el mismo razonamiento se aplicara en otro sector más maduro y consolidado, pronto llegaría a un punto en el que habría más jefes que indios. El actual modelo de carreras profesionales de la industria informática no se sustenta en la lógica, sino en un crecimiento exponencial.
De hecho ni es lógico ni es óptimo. No solo porque hemos creado una implementación perfecta del Principio de Peter -un buen técnico no tiene por qué ser un buen gestor- sino porque dejar de contar con los desarrolladores más experimentados solo nos puede llevar a construir software de mierda y considerar como «normal» una calidad media bastante baja que avergonzaría a nuestros predecesores, los gigantes sobre cuyos hombros se construyó esta industria en los años 60, 70 y 80.
Pero el problema no es la calidad de la formación o la habilidad profesional de las nuevas generaciones, sino el sentido común. Antes de echar la culpa a nuestros camaradas más jóvenes deberíamos empezar a evaluar nuestras propias concepciones. Porque ni siquiera nos ponemos de acuerdo en algo tan básico como el concepto de Senior o maestro capaz de enseñar a compañeros recién llegados a la profesión. ¿Es alguien que tiene un número determinado de años de experiencia? No parece que ese sea un factor determinante, porque conozco a profesionales con 5 años de experiencia que han interiorizado las buenas prácticas que se le presuponen a los veteranos; y gente que lleva 10 años en la industria y se ha limitado a repetir su primer año 10 veces seguidas.
Tampoco parece sensato que lo que determine la seniority de un profesional sea el dominio o los años de experiencia con una determinada tecnología que sabemos que -tarde o temprano- quedará obsoleta. Sin embargo, este es el principal criterio de contratación en la actualidad. Da igual que María haya desarrollado la plataforma logística de tres empresas del IBEX-35 o que Ramiro tenga «el culo pelao» bastionando aplicaciones para evitar problemas de seguridad, si no tienen experiencia con los jodidos microservicios o no han implementado nunca una arquitectura hexagonal -entre otras cosas, porque el 99,99% de los proyectos no necesitan ni unos ni otra- muchas empresas ni siquiera van a evaluar sus candidaturas.
Para mí, una de las definiciones más sensatas y lógicas de seniority es la que que dio Randall Koutnik en su charla Rethinking the Developer Career Path. Según Randall, un técnico junior es un «implementador de soluciones» que, a partir de una determinada solución, producía código. Un técnico experimentado es un «solucionador de problemas» que, a partir determinado problema, es capaz de diseñar una solución. Y un senior no es ni más ni menos que un «descubridor de problemas». Alguien que, a partir de un determinado contexto, es capaz de descubrir y priorizar nuevos problemas antes incluso de que aparezcan.
Puede que algún genio con un talento innato sea capaz de ver estos problemas como Neo veía el código de Matrix donde el común de los mortales solo veían una cucharada sopera, pero lo normal es que no seamos genios sino mortales, así que la única manera de aprender a descubrir problemas y anticiparnos a los mismos es adquiriendo una experiencia relevante. Esa misma experiencia que la industria parece despreciar. Un dislate que nos empuja a la mediocridad.
No sé si es bueno que una empresa conserve su plantilla durante veinte años, pero sí sé que es bueno que dé cabida a diseñadores, programadores y técnicos con veinte años de experiencia. Una media de edad de más de 40 años en un departamento técnico es un buen olor, desgraciadamente, un perfume poco común.
Hemos dado pasos muy importantes para mejorar la diversidad de género en el sector. Quizás deberíamos empezar a hacer lo mismo con la diversidad de edad. Si tienes un entorno de trabajo donde una mujer o un transexual puedan sentirse incomodos deberías cambiarlo. Si no es así, pero crees que alguien con 50 años no encajaría diseñando, programando o maquetando, también.
La industria informática debe sacudirse el edadismo que la carcome en general y en los roles más técnicos en particular. Un sector que crea más puestos de empleo que profesionales con los conocimientos necesarios para cubrirlos no puede permitirse el lujo de expulsar a los trabajadores con mayor experiencia para seguir caducas convenciones y estúpidas modas.
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