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Marcar la diferencia como profesional

Carlos Blé

OCIO@

Hugo Tobio

Como todos los últimos fines de semana de cada mes, la Bonilista acoge a una firma invitada. Hoy contamos con Carlos Blé, CEO de Lean Mind y autor del libro Código Sostenible.

28 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Da igual en qué sector mires, desgraciadamente, las personas que demuestran vocación por su trabajo son una minoría. Incluso en sectores como el sanitario vemos que el personal está quemado, cansado de su trabajo. Lo notamos en el trato a las personas, por la falta de cariño y de empatía, así como por las malas caras. Es cada vez más complicado que te atiendan con una sonrisa, sea en un hospital, en un hotel, en el supermercado o en un restaurante.

Es comprensible que la motivación se vaya apagando si el entorno laboral es cada vez más precario; en sanidad falta muchísimo personal para cubrir la demanda existente, de manera que por consulta pasan muchísimas más personas de las que se pueden atender debidamente. Cada cual hace lo que puede con lo que tiene, este artículo no pretende hacer una crítica destructiva hacia ningún colectivo profesional. En realidad, este es un artículo optimista sobre las muchas oportunidades que se abren para quien marca la diferencia como profesional. Sentir satisfacción y realización en el trabajo, ya marca una notable diferencia con la mayoría de profesionales.

Quien disfruta con su trabajo tiene menos probabilidad de que le sustituyan por una inteligencia artificial. En la era de la IA, la cualidad profesional más valiosa ya no será el conocimiento, sino la capacidad de conectar con otros seres humanos. La habilidad diferencial consistirá en ser capaz de ponerse en el lugar del otro ser humano, pensando y sintiendo como él, para acompañarle desde ahí. Las máquinas no pueden competir con esta cualidad humana cuando es genuina. El acceso al conocimiento seguirá siendo muy importante, habrá que saber a qué IA preguntarle y cómo interpretar sus resultados. Para ello habrá que comprender y de discernir, nos seguiremos apoyando en fundamentos teóricos y prácticos. Sin embargo, la especialización en el reconocimiento de patrones será algo que las máquinas harán mejor. La IA será más eficaz interpretando una imagen radiográfica, simplemente porque habrá tenido acceso a mayor cantidad de datos que un humano en cien años. Si bien una especialista humana se distingue hoy por su acertada capacidad de diagnóstico, en el futuro tendrá que distinguirse por su trato al paciente.

En el sector sector tecnológico pasará lo mismo; muchas de las soluciones que implementamos hoy artesanalmente serán reemplazadas por herramientas comoditizadas. Por otra parte, cuando hagamos software a medida, los asistentes de escritura de código, tipo Copilot o Tab9, junto con la creciente potencia de los entornos de desarrollo integrado, añadirán líneas de código sin esfuerzo ni misterio. Cualquiera podrá juntar unas cuantas de líneas de código y construir una aplicación. Será poco probable que una persona programando consiga código más eficiente que el sugerido por la IA (alimentada por millones y millones de repositorios de código de todo el mundo).

¿En qué nos diferenciaremos profesionalmente? En la empatía hacia los humanos que usarán el software, los que ponen el dinero, los que van a mantener el código, a mantener el servicio... Valoraremos la habilidad de trabajar en equipo. La capacidad de facilitar el trabajo a compañeras y compañeros para que puedan desplegar todo su potencial. Querremos estar al lado de esas personas que nos apoyan, que nos entienden, con las que podemos crecer. Destacará quien tenga iniciativas de mejora que ni siquiera nadie ha pedido, que nacen fruto de la curiosidad por los problemas y necesidades de las personas. La innovación surgirá del interés auténtico por servir a los demás.

El perfil profesional humano de éxito, en el futuro, no será tanto el especialista como el que reúna habilidades diversas. Tendrá conocimientos en diversos campos, conocerá las herramientas, pero no necesitará dominar a la perfección ninguna de ellas. Detectará oportunidades gracias a su capacidad de hacer zoom hacia adentro y hacia afuera del problema, mirándolo desde una perspectiva multidisciplinar y holística. Serán personas con muy buenas habilidades comunicativas, tanto empáticas como asertivas, tanto escritas como habladas. Se ganarán el cariño de sus clientes, porque además de ser resolutivas serán afables. A este grupo de profesionales no les faltará el trabajo ni las ganas de trabajar. Sus habilidades no técnicas brillarán por encima de las técnicas.

Tengo que decirte que ese futuro, que ves como algo lejano, ya está aquí. La revolución tecnológica de la IA ha llegado ya. No sabemos cómo afectará a la humanidad en el largo plazo, pero estoy seguro de que en nuestro tiempo de vida valoraremos cada vez más el trabajo con humanos dispuestos a ofrecer su mejor versión en el trato con los demás. La actitud positiva y la inteligencia emocional marcan la diferencia en cualquier trabajo, así requiera más o menos formación (incluso en los, mal llamados, trabajos de baja cualificación).

La experiencia de llegar a una cafetería en la que te reciben con una sonrisa, no tiene precio. Allí donde se interesan por ti, saben prepararte la bebida a tu gusto, se dan cuenta de si estás de humor para conversar o no... se gana un huequito en tu corazón. Pasará tiempo hasta que la Inteligencia Artificial General haga todo eso, y, aunque lo haga, muy posiblemente preferiremos un encuentro humano. La conexión con otros seres vivos nos alegra; somos animales, criaturas de la naturaleza.

Todos aquellos trabajadores que se limiten a cumplir con los mínimos ineludibles de su trabajo, la mecánica rutinaria, serán posiblemente reemplazables. Quien se comporte como una máquina, podría sustituirse por una. En cambio, quienes trabajen como si el negocio fuera suyo, con autonomía y propósito, priorizando la calidad de la atención al usuario, serán muy apreciados. Por supuesto, la experiencia debe ir acompañada del cumplimiento de las promesas, entregando resultados en tiempo y forma. Una constante que observo en organizaciones, equipos y personas con este talante son sus ganas por mejorar; se mantienen innovando continuamente, poniendo ingenio y tecnología al servicio de los humanos. No ven la tecnología como un fin, sino como un medio.

Hasta ahora, en el sector nos hemos centrado mucho en aprender sobre tecnologías (típicamente efímeras), dejando un poco olvidadas las habilidades interpersonales y las intrapersonales, así como la metodología. Para mí hace tiempo que no es prioritario aprender la última versión del framework X o del lenguaje Y. Si bien es cierto que las tengo que estudiar, supone una parte pequeña de mi aprendizaje. Priorizo la mejora en gestionar mis emociones, saber comunicarme, gestionar conflictos, motivar a otras personas, mentorizar, acompañar, liderar… No me quiero quedar en una parcela limitada.

Hace años que dejé de conformarme con que alguien que me dictase todo lo que programar, como si yo fuera una especie de autómata de la programación. Mi vida profesional cambió desde que me propuse entender el problema de fondo, las necesidades reales de la gente y la estrategia de negocio. Así podía (y puedo) ofrecer las mejores soluciones posibles, aprovechar todas mis capacidades. Desde entonces busco tener una perspectiva integral del problema, entender bien el contexto y ser capaz de adaptarme al mismo.

A nivel empresarial también llevamos varias décadas de mucho cambio, el emprendimiento está revolucionando el mundo y el intraemprendimiento también, cada vez más. Las empresas donde la gente puede llevar a cabo sus propias iniciativas serán cada vez más valoradas. Y estas personas que intraemprenden serán, por supuesto, cada vez más valoradas. Las empresas y las personas que tengan la capacidad de resolver problemas interesantes, apoyándose en tecnología, serán las que tengan un futuro brillante. Imagínate que pudieras reducir el número o la gravedad de los incendios que sufren nuestros bosques cada año. No le podemos delegar todos los grandes problemas a los gobiernos, es imprescindible contribuir con la eficacia de la iniciativa privada y la perspectiva de la comunitaria.

La sociedad siempre ha valorado cualquier recurso escaso, dando mayor valor a lo más escaso. Por eso un diamante vale más que un vaso de agua, pese a que no se come, siendo el agua indispensable para la vida. Por eso se el Bitcoin ha experimentado subidas espectaculares, porque hay pocos. El valor sube conforme sube la escasez, pero también conforme al aumento de estatus que atribuimos a la posesión del objeto o a la recepción del servicio. Esas personas de las que podemos decir que son grandes profesionales son un grupo escaso, sin embargo, no es tan difícil cultivar las habilidades esenciales que marcan la diferencia, solo tienes que darte cuenta de cuáles son.

Desde hace un par de años hago un podcast donde comparto este tipo de reflexiones, unas veces en formato monólogo y otras en conversación. Quizá te guste escucharlo, se llama ni cero ni uno. En cuanto al tema de código sostenible, hace unos meses publiqué un libro en castellano con este título, pensando en personas que escriben código para las personas, no para las máquinas. Es un libro escrito para las programadoras y programadores del futuro, que, ya está aquí.

Es para mí un honor haber participado en la increíble Bonilista del gran David Bonilla, muchas gracias por la invitación y por leer hasta aquí.

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