En 2022, los emojis cumplen veinticinco años

En una época en la que el lenguaje definitivamente ha dejado de percibirse como una mera herramienta de comunicación para convertirse en el enésimo campo de batalla político; y cuando el uso, omisión o cambio de cualquier palabra puede alimentar diferentes polémicas, la fulgurante y unánime adopción de los emojis llama poderosamente la atención. Y es que oficialmente nacieron en 1997, hace apenas 25 años, aunque tienen raíces mucho más antiguas.

En 1986 se empezaron a usar los kaomojis en Japón. Se acredita a Wakabayashi Yasushi como creador del kaomoji original (^_^), una evolución de los emoticonos —que aparecieron en 1982— como una propuesta del profesor Scott E. Fahlman. Ambos tuvieron múltiples precursores —desde el uso del número 73 en código morse para expresar «amor y besos» desde 1857; o la expresión «(smiling yet:)» incluida en un texto del poeta inglés Robert Herrick , nada menos que en 1648—, pero todos tienen algo en común: la necesidad de reflejar emociones de forma sencilla y económica en el lenguaje escrito.

Los directivos de NTT DoCoMo despreciaron el potencial de «lo cuqui»

Los emojis tienen un curioso origen. En los 90, los cacharros conocidos como beepers, pagers o simplemente «buscas» arrasaban entre los adolescentes japoneses, que los usaban para mandarse mensajitos entre sí. En 1995, NTT DoCoMo lanzó un modelo de busca que permitía incrustar un icono con forma de corazón en el texto, lo que supuso toda una revolución en los institutos del país del sol naciente. Pero los directivos de la empresa nipona despreciaron el potencial de «lo cuqui» y eliminaron ese primer emoji de sus nuevos dispositivos, lo que provocó que la chavalería se pasara en masa a la competencia, que les había copiado.

La por entonces incipiente SoftBank supo leer el mercado y, en 1997, lanzó el teléfono DP-211SW, que incluía un primer set de 90 emojis monocromos entre los que ya estaba la caca. DoCoMo reaccionó y, en 1999, lanzó un segundo set de 161 emojis diseñados por Shigetaka Kurita que, hasta hace relativamente poco, se acreditaban erroneamente como los primeros emojis de la historia.

Durante la siguiente década, el uso de los emojis se popularizó tremendamente en Japón aunque las distintas operadoras no fueron capaces de ponerse de acuerdo para crear un conjunto común que pudieran enviarse y recibirse en todos los dispositivos.

Las telcos europeas y americanas no hicieron mucho caso a los emojis hasta que algunos empleados de Google pidieron al Consorcio de Unicode que considerara la posibilidad de definir una serie de emojis estándar. En el 2007 se completó una primera propuesta, pero mientras se estaba estudiando la misma, Apple se asoció con Softbank para incluir el primer set en iOS —origen de las caras amarillas que hoy todo el mundo asocia a los emojis— en el 2008. Ese mismo año, Google se alío con KDDI para lanzar la primera serie en Gmail.

Sin embargo, los emojis no se empezaron a adoptar internacionalmente de forma masiva hasta el 2011, después de que la versión 6.0 de Unicode incluyera un primer set estándar de 722 emojis y Apple los incluyera en la versión 5.0 de iOS.

Las telcos europeas y americanas no hicieron mucho caso a los emojis

Desde entonces, con cada nueva versión de Unicode se añaden más y más emojis, que se han convertido en un auténtico fenómeno global. Un icono de la cultura popular que se expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, del que se ha hecho una película (horrible), un musical (digno), ha protagonizado capítulos de serie tan emblemáticas como «Doctor Who», múltiples anuncios y hasta clips músicales como el del rompepistas «Roar» de Katie Perry.

La palabra «emoji» está incluida en el Oxford English Dictionary desde el 2013 y en el de la Real Academia de la Lengua desde 2020, pero más allá de que ya formen parte del vocabulario de casi cualquier lengua del mundo, los emojis se han consolidado como un lenguaje propio que se adapta al sentir de sus hablantes con muchísima más agilidad que cualquier otro.

Así por ejemplo, en el 2012, iOS6 incluyó por primera parejas del mismo género sin que eso generara ninguna controversia. En el 2015, se incorporaron distintos tonos de piel a todos los emojis humanos. En el 2016, Apple también encabezó la iniciativa de representar el emoji de una pistola como una de agua en vez de un arma realista, que después siguieron la inmensa mayoría de compañías. En el 2018, Google modificó el emoji de la ensalada para que no incluyera huevo duro y así no excluir a los veganos; y —lo que es aún más importante— en el 2020, el camarada del metal Sebastian Delmont consiguió que se creará el emoji de la arepa.

Pero más allá de todo eso, la historia de los emojis no es más que la enésima prueba de la necesidad que tenemos los seres humanos por comunicar no ya lo que pasa sino lo que sentimos. Al contrario de lo que algunos afirman, la tecnología no solo no nos ha aislado de los que nos rodean sino que nos ha proporcionado nuevas herramientas para que relacionarnos con nuestros semejantes sea más fácil y sencillo que nunca. Aprovechémoslas.

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