¿A qué juega Inglaterra? A todo y a nada. Sabe manejarse sin balón, pero tampoco se ve un equipo incómodo cuando lo tiene en su poder. Si puede acelerar, acelera, sobre todo si hay espacio para que avance Sterling. Si tiene que combinar, busca más al triángulo Henderson, Lingard, Dele Alli, más por obligación que por convicción. Kane siempre es un peligro en el área y sabe moverse cuando está lejos de la portería. Y luego están las acciones a balón parado, con Trippier. Si ve línea de tiro, apunta a la portería. Si lanza desde la esquina, el balón casi siempre va al corazón del área y por allí suelen estar los centrales Maguire y Stones al quite. Así, jugando un poco a todo y a nada en concreto, el colectivo de Southgate mandó en la primera parte, perdonó y lo pagó. Controló durante una hora y acabó entre cierto caos.
Croacia tampoco fue un equipo con un plan de ruta claro, con excepción de Modric, que siempre le da sentido a todo lo que hace. No defiende por acumulación de jugadores cerca de su área, tampoco presiona muy arriba y, por encima de todo, no se desconecta de los partidos. En la semifinal, especialmente en la primera parte, pareció a merced de su rival. En la segunda mitad aprovechó un zarpazo para igualar. Y en la prórroga, otro para ganar.
La primera semifinal dejó el poso de dos equipos sólidos. La de ayer, el de dos equipos difíciles de clasificar. Francia es favorita. Y ese escenario le gusta a Croacia.