Santa Minia fue una mártir romana que murió virgen en el año 362 y fue enterrada en las catacumbas. No sería hasta 1804 cuando sus restos fueron extraídos con autorización papal. Tomás Anduaga le hizo una capilla en Cádiz para guardar las reliquias con el vaso de sangre de Minia. Luego pasarían a manos de Luis Tobío, empleado de Anduaga y natural de Brión que retornó en 1848 a Galicia con Santa Minia por la gran devoción que le guardaba. Promovió una campaña en la comarca para rendir culto a las reliquias, recorriendo las aldeas para recolectar dinero para construir una capilla. La capacidad milagrera de Santa Minia en Brión empezó a circular con historias sobre curaciones como la de la niña que recuperó el habla tras la intercesión de su madre ante la santa.