Cuando Padrón fue un infierno

SANTIAGO

Tres mil presos pasaron por el campo de concentración de Iria en la guerra del 36, que recuerdan Xesús Costa y Xesús Santos

12 feb 2008 . Actualizado a las 10:59 h.

Entre diciembre de 1937 y el abril de 1939, los terrenos de la antigua azucarera de Iria Flavia se convirtieron en un campo de concentración por el que pasaron 3.000 prisioneros del Ejército franquista. Dos maestros rianxeiros, Xesús Costa y Xesús Santos, investigaron durante tres años para recuperar la historia de aquel lugar, que recogen en el libro Galiza na Guerra Civil. Campos de concentración de Muros, Padrón, A Pobra e Rianxo , recientemente editado por estos dos últimos concellos.

Costa y Santos indagaron en documentos municipales y de otras instituciones, entrevistaron a vecinos, buscaron en varios lugares de España a personas reclusas en aquellos establecimientos penitenciarios para pedir su testimonio, y también accedieron a algunos archivos particulares. Entre estos, en Padrón, en el de Camilo Agrasar consultaron unas memorias inéditas, que reflejan importantes datos del campo de concentración de Iria Flavia. A Agrasar lo presentan como «barbeiro ilustrado», por su participación y apoyo a importantes empresas culturales, y por ser autor de biografías de personajes padroneses y de una notable contribución periodística. En aquellas memorias refiere que a los prisioneros «disque mallaban en eles coma no centeo. Por calqueira cousa zorregábanlle de firme. [...] Uns cantos quedan soterrados no camposanto de Iria, após o ouso. ¡Meus Pobres!».

Padrón era lugar idóneo para un campo de concentración, pues para ese fin se buscaban lugares estratégicos, bien comunicados, donde se pudiese controlar el mayor número de personas con el menor coste. A la villa del Sar llegaron la mayoría directamente por ferrocarril; o con transporte por barco hasta Vilagarcía y de allí hasta Padrón por tren.

Hubo dos instantes de especial masificación: al principio, con motivo de la caída de Asturias, cuando llegaron numerosos prisioneros de esa comunidad; y en 1939, tras la derrota de Barcelona, cuando vinieron cientos de catalanes. Además, numerosos presos gallegos, en especial de comarcas compostelanas.

Solidaridad vecinal

Xesús Costa y Xesús Santos recogieron manifestaciones que destacaban la solidaridad vecinal con aquella gente tan desfavorecida: los padroneses les ofrecían alimentos, incluso dinero.

También Camilo Agrasar da fe de ello, así: «Na maneira de decir adeus conosciaselle que iban gradescidos da xente pois todo era facerlle agasallos de pan e tabaco e iso que tan escaso anda todo. Pero a xente ten corazón e tirábano da boca para lle dar a eles. Diñeiro tamén se lle dou. Xa digo que se foron moi gradescidos da xente do pobo».

Al lado de un olivo del cementerio de Iria se enterraba a quienes fallecían. Finalizada la guerra, cuando se amplió el camposanto, se enviaron cartas a familiares para que se hiciesen cargo. «Non tiveron resposta de ninguén», explica Xesús Santos. Y, exhumados, fueron al osario común.

No fue fácil el trabajo de pesquisa, afirman. Encontraron incomprensiones y obstáculos, pero consiguieron valiosos documentos, que reproducen. Incluso un poema, titulado «En desagravio a Padrón, Rosalía», que escribió el prisionero madrileño Guillermo Garcimartí, quien se presenta como «uno de sus ocupantes desdichados, puesto que este campo fue el más cruel e inhumano de toda Galicia. Su jefe no era gallego por eso le importó poco manchar el nombre y la tierra que pisaba».