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«Os caracois gústanlle a case todo o mundo que os proba»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO |

SANTIAGO

Toda la familia se dedica a la hostelería en A Raíña
Toda la familia se dedica a la hostelería en A Raíña PACO RODRÍGUEZ

En 1986 nacía el Restaurante Los Caracoles, un clásico para los asiduos a la zona de vinos compostelana

06 jul 2023 . Actualizado a las 11:06 h.

Cuando Germán González volvió de Venezuela, allá por los años 70, traía consigo las técnicas de cría y preparación de los caracoles, un manjar para algunos y un bicho baboso para otros. Un día, mientras tomaba algo una tasca de A Raíña, encontró un local que se alquilaba. Entró, vio las posibilidades y se lo quedó. Había nacido el Restaurante Los Caracoles y con él, un criadero en Valga. Y es que los caracoles de Los Caracoles, hasta hace poco, los criaban los propios dueños.

Germán se sumaba así al resto de sus hermanos, que también regentan otros establecimientos de A Raíña. El hostelero, de 68 años, tiene que pararse a cada paso para saludar a la gente que pasa por la emblemática rúa de vinos compostelana. «Cando abrimos, ás sete da tarde non se podía cruzar o Franco da cantidade de xente que había». María Pose, la mujer de Germán, recuerda los tiempos en que los universitarios invadían la zona para tomar los vinos, una costumbre «que se está perdendo». De hecho, la barra del restaurante, que ahora ocupa un rincón del local, en los buenos tiempos del Franco se extendía a lo largo de todo el establecimiento. «A xente agora chega máis tarde e é máis de tomar un viño, unha cerveza ou unha copa sentados na mesa», asegura María mientras Germán añade que en aquello tiempos no existía la moda del botellón.

El paso de los años y los cambios que sufrió el negocio turístico en Compostela obligaron a Los Caracoles a reinventarse. «Antes eramos máis bar, agora nos dedicamos ás comidas». Como su propio nombre indica, la especialidad son los caracoles, que prueban tanto compostelanos como extranjeros. «Os turistas piden un prato por persoa. En cambio, a xente de aquí é máis reacia, igual piden unha ración para compartir entre todos». La que habla es Natalia, la hija menor de Germán y María, que se hizo cargo del negocio cuando su padre se jubiló, y después de haber ejercido durante cuatro años como fotógrafa. Ahora se dedica al trato con el cliente mientras su madre se afana entre ollas para preparar cada día una carta que hoy en día cuenta con unas 50 referencias, todas basadas en la gastronomía tradicional gallega. Y los caracoles. «O precio medio dunha comida é duns 20 euros, aínda que tamén podes xantar por cinco, depende do que pidas». Un poco más caro es el restaurante que hay tres o cuatro locales más allá de Los Caracoles. Hace un par de años, para diversificar el negocio de sus padres, el hijo mayor de Germán y María, Germán -que había estudiado márketing-, abrió O Celme do Caracol, que sirve «pratos máis elaborados pero con produto galego». Así, en su carta podemos encontrar delicias como lacón con queso de tetilla gratinado o «arroz con lubrigante do país». El precio medio de una comida allí es de unos 30 euros. Pero O Celme do caracol también ofrece una zona para vinos, tapas y raciones.

Sin embargo, todos recuerdan la época en que el menú del estudiante era una constante en su negocio «Chegamos a ter a 70 estudantes comendo». Y la mayoría acudían a diario, ya que por unas 500 pesetas podían disfrutar de tres primeros y tres segundos a elegir y un postre. «Pero iso rematou cando a Universidade se descentralizou» y a raíz del Xacobeo 93, que supuso un cambio sustancial en la orientación de los negocios compostelanos, más dedicados al turismo y a la hostelería de alto nivel.