Tráfico pone el radar en una recta entre la autovía de Brión y la AP-9 donde no se puede ir a más de 60

M. Cheda

SANTIAGO

17 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La Guardia Civil de Tráfico estableció ayer por la mañana un control de velocidad en un punto de la red compostelana donde está prohibido moverse a más de 60 kilómetros por hora, a pesar de que es justo allí donde una vía de alta capacidad empalma con otra de la misma clase. Repetía de este modo una operación que ya había llevado a cabo en al menos otras tres ocasiones a lo largo del último mes. La institución, consultada al respecto, atribuyó la medida exclusivamente a razones de seguridad.

Viajando desde Bertamiráns hacia Compostela, la autovía de Brión (AG-56) conecta con la autopista del Atlántico (AP-9) mediante una recta con dos carriles, sentido único, calzada propia y amplia visibilidad. Los miles de automovilistas que a diario la recorren proceden de una carretera donde habían estado circulando a 100 y se dirigen a otra donde lo harán a 120. Entremedias, sin embargo, se topan con una señal que les permite desplazarse, como mucho, a 59. Y ahí fue donde ayer, al igual que en jornadas anteriores, se apostaron los agentes.

Para estos dispositivos, Tráfico suele movilizar tres vehículos: dos convencionales, con sus sirenas y su fácilmente distinguible rotulación, y otro dotado de radar. El piloto del camuflado se apuesta a escasos metros del cauce de acceso a la AP-9, fuera de la carretera, en la margen derecha de esta y tras unos guardarraíles que dificultan su avistamiento desde la distancia. Los uniformados, en cambio, aguardan instrucciones muy cerca de allí pero ocultos. Esperan junto al carril de aceleración de la entrada 75,5 de la AP-9 o bien en el arcén interior de la curva que lo precede. El primero de los guardias se encarga de comprobar cómo de rápido o de lento lo van rebasando los turismos en tránsito hacia la capital para, en su caso, comunicar a sus compañeros que procedan a detenerlos. Echa humo el boletín.

Sin carné por superar los 105

E infringir las normas en aquel sitio se paga realmente caro. Por ejemplo, a quien cazan desplazándose a 71 por hora le cae una multa de 100 euros. 40 más ha de abonar alguien pillado a entre 91 y 100, lo que comporta también una pérdida de dos puntos del carné. Y cuatro a mayores (seis en total) son los que quitan a aquellos fotografiados con la aguja por encima de los 106 y por debajo de los 113 km/h, a los cuales les endosan además una retirada del permiso por espacio de un mes y una sanción económica muy grave (380).

¿Cuánto duró el control de ayer? ¿Cayeron muchos, muchísimos..? Un alto cargo del destacamento compostelano preguntado acerca de estas cuestiones eludió responderlas, apelando a que, de lo contrario, violaría la política de comunicación del cuerpo, una doctrina en virtud de la cual no se facilitan datos concretos de un despliegue, sino medias de varios.

El mismo mando defendió el emplazamiento del radar móvil en la transición de la AG-56 a la AP-9 aduciendo: «Cuando entró en servicio la autovía hubo pequeños toques entre coches en ese punto, donde también confluye, y sin ceda el paso que lo regule, el tráfico del periférico en dirección a la autopista. Haciendo presencia ahí hasta que la gente se acomode por completo a la nueva situación estamos contribuyendo a evitar los problemas, no hay otra razón detrás, ninguna más».

«Tras la inauguración -abundó-, ante esa siniestralidad que estábamos detectando, se encargó un informe específico que aconsejaba limitar a 60 la velocidad en la recta, realizar controles periódicos e incluso poner bandas. Estamos obrando en base al estudio, con la salvedad de que las rugosas parece que se han desechado por ahora».