Tentaciones y caprichos

Héctor Juanatey hector.juanatey@lavoz.es

SANTIAGO

27 ago 2009 . Actualizado a las 02:47 h.

La zona vieja ha sido siempre el centro neurálgico del turismo en Compostela. Su interés es principalmente histórico aunque también posee un destino puramente turístico y comercial. Dentro del casco antiguo, la Rúa do Franco es la calle más recorrida por las piernas cansadas de los peregrinos y por las carteras de todo el mundo que quiera adquirir un recuerdo de la ciudad o, en este caso, algún producto comestible típico. De esto se encargan las tiendas de Casal Cotón, que desde hace varios años ofrecen una gran variedad de degustaciones gastronómicas para satisfacer las gargantas de las personas que pasan delante de sus puertas. Una de las escenas que más se repite en el Franco es la de una voz llamando: «¿Quiere probar nuestros caprichos?». Se tratan de llamadas a las que es imposible decir no. Al mirar, se puede ver a una de las dependientas de la tienda con una bandeja repleta de los llamados Caprichos de Santiago, y ofreciéndolos para que la gente los pruebe gratuitamente. A pesar de que todo tenga una finalidad comercial y lo que se busca es que el viandante compre uno de los productos en la tienda, lo cierto es que es difícil no hacerlo después de degustar ese manjar. Así, la respuesta de la gente suele ser casi siempre positiva. Casi todo el mundo acaba, pues, saliendo del local con varias bolsas llenas de la gastronomía más tradicional. Aunque los productos de la bandeja se ofrezcan de forma gratuita, la verdad es que se remuneran con lo vendido a posteriori. Begoña González, dependienta de una de las tiendas de Casal Cotón en la rúa do Franco, asegura que al día «debemos sacar un total de 30 bandejas llenas y todas se terminan». «Hay gente que dice que no, pero la verdad es que casi todos se acercan a probar, ya sea por curiosidad o por cualquier otro motivo», dice. Asimismo, Begoña comenta que «la mayor parte de la gente que entra a comprar es porque antes ha probado el producto». Si se le pregunta por la satisfacción de los clientes, no duda en señalar que «todo el mundo que pasó por aquí a probar salió contento». Lo bueno es que no son únicamente los turistas o peregrinos los beneficiados, sino que es muy fácil ver a un grupo de personas que desde el comienzo de la Rúa do Franco van tienda por tienda comiéndose un poco de cada bandeja que, ya sea desde cerca o lejos, los reclama como si del canto de una sirena se tratase. Es inevitable ir. El éxito de las tiendas reside principalmente en la gran variedad de gastronomía que ofrecen. Además, toda es gallega. Así, desde Casal Cotón aseguran que todos los que se acercan no solo podrán disfrutar de los productos que ofrecen, sino que podrán entrar en contacto con una historia y una tradición fuertemente arraigada en Galicia. Entre el gran surtido de comestibles que ofrecen, uno se puede encontrar con quesos, vinos, postres, aguardientes, licores gallegos, embutidos gallegos, chocolates e incluso se pueden acompañar de presentaciones para regalos. Sin embargo, el producto estrellas son sin duda los Caprichos de Compostela. «Es lo que más compra la gente», comenta Begoña. Estos son unas crujientes pastas de almendra tostada, huevo y azúcar, hechas con una receta secreta guardada desde hace varios años y que Casal Cotón quiso recuperar para ofrecer a la gente que va a Santiago. En definitiva, todo el mundo tiene obligación de caminar por el Franco y pararse a darle un gusto al paladar.