«Soy creyente y mi fe me lleva a un compromiso social, no la entiendo sin él»

Concha Pino SANTIAGO/LA VOZ.

SANTIAGO

Estuvo en la directiva de Manos Unidas y en el Foro Galego da Inmigración y forma parte de la Plataforma Sociosanitaria

02 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Viguesa pero compostelana por derecho después de 47 años en esta ciudad, María José Fernández-Cervera Barreras es una activa colaboradora de causas sociales y de movimientos cristianos. Vino a Santiago a estudiar Enfermería «y me quedé para siempre, con el intermedio de un año antes de casarme en el que trabajé en Vigo». Conoció a su marido, el cirujano Joaquín Potel, «en el viejo hospital de Galeras, donde yo estudié Enfermería y él era cirujano en prácticas, y cuando regresó de una estancia de estudios en el extranjero nos casamos».

Cuando nacieron los tres hijos dejó de trabajar, «una tontería de las que se cometen en la vida». Lamenta que años después no consiguiera reincorporarse a su profesión, sobre todo porque se preparó a conciencia para ello. «Convalidé el título de ATS por la diplomatura y dediqué cuatro años a especializarme en citología para dar respuesta a una campaña de la Xunta para prevenir el cáncer de mama, pero cuando me quise incorporar no salió el trabajo y decidí abandonar, porque no tenía méritos para competir por una plaza y tendría que irme fuera de Santiago. Fue un gran error, porque me gustaba mucho. Hoy habría hecho lo que fuera para seguir con mi carrera».

Miembro de Acción Católica

A María José no le gusta la definición de activista social. «Soy creyente ­-explica- y mi fe me lleva a un compromiso social, no la entiendo sin ese compromiso». Añade que ha tenido la suerte «de participar en un movimiento de Acción Católica con un compromiso social fuerte, de vivir la fe de una forma que me sirve de mucho, porque no sería la misma persona sin esa fe». Estudió Teología para laicos Y se refiere al teólogo y profesor de Filosofía de la USC Andrés Torres Queiruga «como una de las personas que realmente ha influido en mi vida, me abrió la mente y me hizo profundizar en mi fe, para mi hay un antes y un después de sus clases, porque aprendí mucho con él».

En esa dimensión trabajó mucho en la delegación de Manos Unidas, «en cuya puesta en marcha en Santiago fue fundamental el trabajo de Piluca Sánchez Cantón». Ella se encargó de medios de comunicación durante 18 años, «y lo dejé porque hay que dar paso a otras personas, pero sigo vinculada a la organización».

Como miembro de Acción Católica entró en la Plataforma Sociosanitaria de Santiago, «y ahí fue donde realmente di el callo, ahí hicimos todos un trabajo y un esfuerzo enormes para que el viejo hospital de Galeras, que entonces ya estaba vacío, diese servicio a toda la problemática de dependencias del área sociosanitaria, porque no había nada para mayores salvo la residencia de las monjas del asilo, que no era pública, y no había un solo centro de día ni una unidad de cuidados paliativos». No lograron que el viejo hospital cumpliera esas funciones, «pero conseguimos que se hiciera la residencia de Volta do Castro, que fue la que nos prometió Fraga antes de unas elecciones, el centro que hay allí de alzhéimer, que en realidad es un centro de día, y la unidad de paliativos se creó en el Gil Casares».

Pluralidad

Asegura que la plataforma fue una experiencia muy positiva, «porque allí estaban todos los sindicatos del área sanitaria, la comarcal del BNG, asociaciones de vecinos, de enfermos, de Acción Católica, Cáritas... Fue una convivencia extraordinaria. Partió de un grupo de la parroquia del Pilar. Veíamos a mucha gente mayor sola, muy mal atendida a veces por los propios familiares, vimos las necesidades que había y la falta de alternativas. La primera convocatoria salió de un grupo nuestro y de Cáritas, pero se abrió a todos los demás colectivos y fue como un clamor».

Sigue siendo portavoz, «pero he de reconocer que últimamente está muy parada». Está convencida de que tendría que funcionar para otras cosas, «porque trabajamos distintos con una misma idea, desplegando una gran actividad con charlas en los barrios, recogiendo firmas o entrevistándonos con todas las administraciones».

Estuvo también en el Foro Galego da Inmigración, «una experiencia muy positiva, pero que dejé porque no podía estar en los dos sitios a la vez para trabajar bien, y que funciona como la plataforma, con distintos colectivos trabajando por los derechos sociales sin que importe que seas de derechas, de izquierdas o de centro frente a una realidad que hay que atender y que es el objetivo prioritario».

Concluye que se siente muy bien en ese tipo de trabajo, «porque soy capaz de dialogar con creyentes y no creyentes y con personas de distintas ideologías. No se trata de dar nombres, pero son todas personas increíbles, trabajando desde el compromiso político, religioso o personal». El Concello de Santiago reconoció el suyo el pasado 8 de marzo entre las mujeres a las que distingue por su trabajo en distintos campos el 8 de de marzo, Día da Muller Traballadora.