? Se agotó el filón. El lignito ha sido extirpado y reemplazado por más de 500 millones de metros cúbicos de agua. La exhausta mina se ha transformado en un lago artificial de 18 kilómetros de perímetro. La montaña de escombros es hoy un vergel habitado por 172 especies de vertebrados. La historia que activó a finales del siglo XVIII el ilustrado José Cornide ha mudado drásticamente la fisonomía de As Pontes.
17 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.En 1790 se publica la Memoria sobre el descubrimiento de una mina de carbón de piedra en las Puentes de García Rodríguez, que había sido presentada a la Sociedad Económica de Santiago por José Cornide. El polígrafo coruñés da cuenta de su hallazgo y lo considera «un tesoro para un país en que la leña será dentro de poco no menos costosa que la corteza de Ceilán».
¿Qué motivos impulsaron a Cornide a emprender la búsqueda del codiciado carbón en las inmediaciones de As Pontes? Él mismo los detalla en la citada «memoria». Primero, una reflexión lógica: en «una provincia en que son tan comunes las canteras de pizarra, no podía faltar en una u otra parte alguna de carbón fósil». Segundo, la noticia del descubrimiento, cerca de As Pontes, de un filón de hierro de buena calidad: «Sabía igualmente que las vetas de fierro no suelen estar lexos de las de carbón, y me confirmaba la noticia de que la riqueza de muchas de Inglaterra consiste en esta proporción». Y tercero, los rumores: «Había finalmente oído que, hacia la ya dicha de fierro de las Puentes, se hallaba otra de una materia parecida al carbón».
COMO EN LA SELVA ALEMANA
Equipado con tan endebles indicios, el polígrafo viaja en verano a la villa pontesa, indaga entre los vecinos y un herrero lo pone sobre la pista definitiva. ¿Y qué encontró?: «...un verdadero carbón vegetal mineralizado con porción de azufre como la famosa selva subterránea de Alemania, como particularmente lo prueba un tronco quemado (con señas nada equívocas de haber sido roble)». El lignito de As Pontes había sido descubierto.
Especialmente curiosa resulta la «conjetura» de Cornide sobre la formación de la veta: «...en su origen tuvo un inmenso bosque, que trastornado con algún terremoto, fue abismado e incendiado por los fuegos subterráneos, y que impregnado por las materias sulfúreas, se reduxo a una pasta uniforme, tal qual hoy aparece a primera vista, y en la qual se hallan algunas señales de su primera naturaleza». Ciertamente los geólogos no aprobarían tan sugestiva explicación.
Cornide era consciente de la importancia de su hallazgo. Había descubierto una fuente de energía susceptible de diversos usos, «ya sea para fundiciones, ya para las fraguas, ya solo para fábricas de cal, para las de loza, vidrio, etc. y quando menos, para guisar». «¡Quantas fábricas necesarias al Reyno dexan de emprenderse por falta de materias combustibles!», se lamenta al final de su prolija exposición.
Pero hay en su informe un aspecto especialmente clarificador a la vista de lo que vino después. El ilustrado advierte que las minas de carbón inglesas o asturianas no están «mucho más cerca» del mar que la veta pontesa, «que por camino recto y bueno no dista del puente de Jubia más de 4 leguas». Sin embargo, esas cuatro leguas acabarían alzándose como una muralla infranqueable que, durante siglo y medio, bloqueó la explotación y exportación por vía marítima del lignito.
Ni siquiera la irrupción del ferrocarril en el siglo XIX modificó la situación: nunca existió vía férrea entre As Pontes y Ferrol. Fracasaron, en consecuencia, todos los intentos de aprovechar aquel pozo de energía. No era competitivo un carbón que, además de su cuestionable calidad, debía ser transportado a los puertos a lomos de mula. Así se frustró el negocio que la familia Caramelo, propietaria del yacimiento, emprendió antes de la guerra civil, bajo el asesoramiento de un minero galés cuyo apellido -Eliécer- pronto derivó en el apelativo más enxebre de «míster Eliseo».
ENCASO Y ENFERSA
Hubo que esperar a la posguerra española para que una empresa le hincase el diente al lignito de As Pontes. La Empresa Nacional Calvo Sotelo (Encaso), perteneciente al INI, grupo público que presidía el gallego Juan Antonio de Suances, instala en 1942 una central termoeléctrica. La planta se amplía en los años setenta y, ya en manos de Endesa, se convierte en la principal dinamo española. Y se alimenta exclusivamente con lignito pardo de la mina hasta que la Unión Europea le rebaja los humos y la obliga a mezclar el combustible autóctono con carbón -más eficiente, menos contaminante- procedente del extranjero.
El filón descubierto por Cornide también atrae a otras industrias. La más destacada fue la fábrica de abonos de la Empresa Nacional de Fertilizantes (Enfersa), inaugurada en 1959, donde se producía el célebre Nitramón. Esta factoría vivió un cuarto de siglo de esplendor y sucumbió a mediados de los años ochenta, amputada por el bisturí de la reconversión industrial.
Complejo fabril de la Empresa Nacional de Fertilizantes (Enfersa), inaugurado en 1959 en As Pontes | arquivo
Reclamo publicitario del Nitramón, abono fabricado en As Pontes | archivo
José Cornide era plenamente consciente de la importancia de su hallazgo | fondo carlos fernández