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Robledales gallegos

La Voz

SANTIAGO

11 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El clima y la orografía gallegos hacen que el suelo sea adecuado para la formación de bosques. Sin embargo, prácticamente ya no existen bosques vírgenes y ajenos a la actividad humana; tan solo quedan pequeños rincones en lugares inaccesibles y alejados de los núcleos de población. En algunos de nuestros bosques existe una especie de árbol dominante (roble, castaño, abedul, etcétera), pero son más frecuentes los bosques mixtos, llamados fragas.

El roble o carballo («Quercus robur») es el árbol más característico del paisaje gallego. Es frondoso, longevo, robusto, majestuoso, y alcanza fácilmente los 20 metros de altura. Posee grandes raíces y, como tolera bien la falta de aireación del suelo, puede vivir en suelos duros e incluso en aquellos que se inundan ocasionalmente. Su madera resiste muy bien la putrefacción, motivo por el que se ha empleado en la construcción naval. El carballo es abundante en Galicia, desde el nivel del mar hasta media montaña, sobre todo en la mitad norte de nuestra región y en la provincia de Pontevedra. Quedan buenos testimonios de su antigua abundancia en la cuenca del río Eume, así como en las sierras de Ancares y O Courel. Lo normal es que en estos bosques también existan otras especies, como avellanos, arces, fresnos, laureles y, especialmente, abedules y castaños. Otros robles gallegos son el roble albar («»Quercus petraea»), poco frecuente salvo en Ancares y O Courel y el rebollo («Quercus pyrenaica»), típico de zonas montañosas de interior de Lugo y Ourense.