El «Forbes» gallego de 1875

? Fernando Salgado

SANTIAGO

? Javier Martínez de Arce y Enríquez, séptimo marqués de Valladares, poseía en 1875 la mayor fortuna de Galicia. Así se desprende de las listas de mayores contribuyentes de España, publicadas hace años por la profesora Rosa Congost, que permiten reconstruir el «Forbes» de la época. La relación está plagada de condes, marqueses, duques y otros nobles que pese al lento declinar de la aristocracia de sangre -sus cuotas eran netamente superiores veinte años atrás-, seguía acaparando gran parte de la riqueza patrimonial.

24 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En los listados, que incluyen los 50 principales contribuyentes por cada provincia, son todos los que están, aunque seguramente no estén todos los que son. Las leyes tributarias vigentes en 1875, advierte Rosa Congost, « permitían una gran ocultación». Entre los que están, la palma se la lleva el marqués de Valladares, quien aportaba 9.249 pesetas en el conjunto de las provincias galegas. Lejos, en todo caso, del hombre más rico de España en aquel momento, el duque de Medinaceli, cuya fortuna, a juzgar por su contribución territorial -240.280 pesetas-, era veinticinco veces superior a la del noble gallego.

El segundo puesto en Galicia lo ocupa el decimoquinto duque de Alba, Jacobo F. J. Stuart Ventimiglia, que por algo era también decimonoveno conde de Lemos, decimotercero conde de Monterrei y decimosexto conde de Andrade.

En la tercera plaza aparece el primer contribuyente sin título nobiliario, Apolinar Suárez de Deza, señor de Láncara y de Bergondo, con extensas propiedades en A Coruña y Lugo. Nacido en Valladolid de padres gallegos, dueño de varias herrerías en Galicia y El Bierzo, senador por León y después senador vitalicio, el rico hidalgo era propietario del pazo coruñés de Mariñán, donde falleció en 1877.

Las casas nobiliarias, amparadas por sus derechos señoriales sobre la tierra, ostentan en 1875 el 70% de la riqueza que atesoran los veinticinco principales contribuyentes en Galicia. Pero ya es notable la presencia de la burguesía advenediza, cuyos representantes más destacados comienzan a disputarles la hegemonía. Más aún si, en vez del ránking gallego, observamos las clasificaciones de ámbito provincial.

A CORUÑA: PIELTAIN

El conde de Altamira es el principal contribuyente en la provincia coruñesa, seguido por dos personajes sin blasones: Cándido Pieltain Jove y el ya mencionado Apolinar Suárez de Deza. Desconozco el origen de la fortuna de Pieltain, un militar progresista -alcanzó el grado de teniente general- con mansión frente a la bahía herculina. Combatiente en la primera guerra carlista y en África, conspirador con Juan Prim contra Isabel II, director general de la Guardia Civil, gobernador en Cuba durante la primera república española y senador por A Coruña en los últimos años de vida, el teniente general tenía dinero y sentido del humor. De lo primero da fe él mismo, al confesar que el presidente del Gobierno «conocía bien mis modestas aspiraciones de soldado» y «no desconocía tampoco mi desahogada posición social». De lo segundo, baste la siguiente anécdota exhumada de una publicación madrileña.

En vísperas de la Gloriosa, un grupo de conspiradores, encabezados por Prim y reunidos en la calle madrileña de la Sartén, se alarman por el retraso de José María Orense, un cántabro que acabaría presidiendo las Cortes republicanas. El resto de la historia lo cuenta la revista ¡Alegría!: «Impacientes se hallaban por la tardanza, cuando entró jadeante en la habitación Cándido Pieltain y acercándose a Prim dijo en voz alta y con cierto misterio:

-Yo sé donde está Orense.

-¿Dónde? -exclamaron cien voces a un tiempo.

-En Galicia -contestó Pieltain, queriendo hacer un chistecito». El teniente general únicamente se ganó, en aquella ocasión, «un abucheo más que regular».

LUGO: GUARDAMINO

El plebeyo más rico de Lugo, solo superado en la provincia por el conde de Santiago y el marqués de San Martín de Ombreiro, es Manuel Sánchez Guardamino. Jurista prestigioso, nacido en la capital lucense en 1830 y fallecido 57 años después en Madrid, fue diputado en las Constituyentes de 1869 y senador dos años después.

La fortuna la heredó de su padre, Cipriano Sánchez Guardamino, un comerciante de origen vasco que, según Ramón Villares, ya en 1833 poseía varias casas en cinco calles de Lugo capital y su residencia, dos tiendas y un almacén en la recién creada plaza Mayor. El comerciante, llegado a Galicia para construir la carretera de Lugo a Chantada, aprovechó la desamortización de Mendizábal para agrandar su fortuna con la compra de propiedades eclesiásticas. No eran muchos los que se atrevían a la sazón, en la vetusta y conservadora ciudad de las murallas, a pujar por los bienes expropiados a la Iglesia.

PONTEVEDRA: J. ALONSO

Al igual que Guardamino padre, también Joaquín Alonso Martínez -tercera fortuna de Pontevedra, después de los marqueses de Valladares y de Mos- fue uno de los rematadores de bienes eclesiásticos. Pero si el primero cimentó su patrimonio como comerciante al por mayor, Joaquín Alonso y sus hermanos Antonio y Bernardo labraron su fortuna como emigrantes en Puerto Rico, de donde retornaron -al menos nuestro hombre- hacia 1865.

Nacido en A Guarda en 1834, Joaquín Alonso fue teniente de alcalde y alcalde en su municipio de origen y diputado en Cortes, todo ello tras el derrocamiento de Isabel II. Significativamente, al igual que Pieltain en A Coruña y Guardamino en Lugo, es un destacado representante de la alta burguesía gallega que se encarama a los círculos del poder durante el Sexenio Revolucionario.

La proverbial relevancia social de los Alonso Martínez en la villa guardesa queda reflejada en un dicho popular recogido por el historiador local Villa Álvarez: «¿En La Guardia quién es Dios?: los Alonso y otros dos».