JD McPherson: «Me alegra que los cantantes de verdad vuelvan a triunfar»

SANTIAGO

El norteamericano JD McPherson llega a Santiago apelando al espíritu del rock de los años cincuenta.

11 nov 2011 . Actualizado a las 19:01 h.

JD McPherson ha asomado la cabeza en el momento justo. Con la atmósfera de adoración por los cincuenta flotando en el ambiente -Madmen, la estética pin up, el bum del burlesque, la vuelta de los tupés, el sonido vintage-, su disco de debut, Sins & Signifiers, resulta como caído del cielo. Alabado por la crítica especializada por su sincera aprehensión de la esencias del rock n'roll clásico, ha logrado trascender más allá de la escena rockabilly. Eso significa calar en ese público general que se ha rendido en los últimos años a los encantos de artistas como Amy Whinehouse o Eli Paperboy Reed, el que tiene aquí otro artista al que hacer un sitio en su discoteca.

«Estoy muy contento de que los sonidos de rock y la música soul de los años cincuenta y sesenta estén encontrando su camino en la música comercial», dice sonriente McPherson. Ve en ello la resurrección de la pureza de la música: «Después de años de música homogeneizada y estéril con voces automatizadas, me alegro de que los cantantes de verdad como Adele vuelvan a triunfar y obtengan la atención del público». Porque para McPherson, lejos de tendencias y viajes al pasado, la clave está ahí, en la ética de lo humano: «Nosotros grabamos con material. Ayuda mucho, pero el sonido realmente viene de los músicos y lo que tocas».

Para ello, McPherson se ha rodeado de dos astros, el batería e ingeniero Alex Hall y el contrabajista y productor Jimmy Sutton, a quien denomina «el mejor bajista vivo». Un par de contactos vía Myspace fueron el enlace. El resto, tirarse a la piscina: «Realmente no los conocía bien cuando entramos a grabar, pero una vez que empezamos es como si llevásemos toda la vida juntos». Entre los tres invocaron a los grandes mitos del rock n'roll. En sus canciones se detectan, con total nitidez, ecos de Bo Diddley, Chuck Berry o Little Richard. «Los adoro a todos -afirma-. Chuck era el mejor compositor, Bo hizo la música más interesante y única y Little Richard posee la mejor voz jamás registrada en rock n'roll. Todos ellos, incluyendo a muchos otros, han tenido una profunda influencia en mí».

En su concierto en Santiago exhibirá sobre el escenario todas sus facetas. Primero, el punch demoledor de trallazos como North Side Gal, ese single fantástico en el que fuerza la garganta como si fuera la última vez que alguien cantase sobre la tierra: «Cuando estoy de gira tengo que cuidar mucho la voz. Beber agua en abundancia y dormir mucho es mi receta», confiesa el artista. Segundo, la vertiente más hipnótica y envolvente de cortes como Signs & Singfiers: «A veces, cuando tocamos estas canciones, es cuando más disfruto, porque llevamos a la gente a un sitio que no se esperaban».

Y tercero, la reivindicación de la estética de la época: «Para mí es muy importante. Me gusta la ropa de trabajo desde 1920 al 1950. Ahora se está haciendo ropa de ese estilo. Pink Brothers en Alemania son buenísimos».

SANTIAGO | Sala Capitol | Martes 15 | 21.30 | Entradas: 10,50 euros