CONDENADO Y ENDIOSADO POR «HEREJE» Y POR DESlenguado, LOS TEXTOS DE BUKOWSKi SIGUEN APORTANDO OXÍGENO ENRIQUECIDO
28 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.De entrada, hay que agradecer a Anagrama su empeño en recuperar textos de Charles Bukowski (Andernach, Alemania, 1920-Los Ángeles, EE. UU., 1994). Además, Ausencia del héroe es un escaparate plural, pues contiene desde sentimientos románticos que en el malhablado Bukowski suenan a chanza, pero no lo son, hasta experiencias de viajes.
Se trata, pues, de un libro de libros; todos breves, intensos y de contenidos fieles al llamado realismo sucio, estilo literario a la vez que visión de la realidad nacido en Norteamérica pero que tiene interesantes representantes en todo Occidente -también en España: Karmelo Iribarren (Días sin pan) o el hispano-inglés Roger Wolfe (¡Que te follen, Nostradamus! y El índice de Dios).
Dicen los especialistas en literatura estadounidense del siglo XX que los líderes del realismo sucio fueron y siguen siendo O. Henry -seudónimo de William Sidney Porter (1862-1910)- y el más cercano en el tiempo Jerome D. Salinger (1919-2010). Sin embargo, otros amigos de las letras -sin duda menos especializados pero tan leídos y curiosos como los profesionales de la crítica- seguimos opinando que, si de ser fieles a esa corriente se trata, Bukowski se lleva la palma.
Nadie como él ha convertido personajes radicalmente vulgares -incluso repelentes, ¡hay tantos!- en protagonistas de historias e historietas universales que sacuden las entrañas del lector recordándole que la realidad, aparte de menos brillante de lo que habitualmente la retratan tantos narradores, rebosa pasiones y amor, sangre y sudor, esputos y heces, amén de expresivas palabrotas. Y es que tal como Bukowski apuntó en varias ocasiones, las expresiones habituales, que habitualmente son tan maravillosamente descriptivas como barriobajeras, ganan por goleada al discreto, artificiosamente cincelado y tantas veces hipócrita lenguaje de la «cuidadosa» burguesía: «Mírame y disfrútame, pero ni te se ocurra tocarme», dice una de las provocadoras señoritas bien que tan acertadamente quedan retratadas en el sucio mundo bukowskiano.
Los imitadores de Bukowski son legión, pero nadie como él presenta tan atractivamente envueltos los hechos cotidianos más repugnantes, ni nadie como él logra convertir en héroes de papel a los villanos.