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Los vecinos de Angrois, muchos con apoyo psicológico, claman por recuperar la tranquilidad
31 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.En Angrois quieren volver a ser los de antes, hombres y mujeres que nacieron o eligieron vivir en uno de los lugares más tranquilos del planeta y hoy por hoy reina el bullicio de las máquinas, de las cámaras de televisión y de gente llegada de toda Galicia para ver donde ocurrió el accidente. No es lo de los primeros días, pues ahora ya pueden pasear a sus anchas por sus calles después de cinco días con zonas acordonadas. Pero los recuerdos golpean incesantemente y son muchos los que necesitan ayuda médica para desatarse de todas esas imágenes que los zarandean por las noches. Para eso están los psicólogos y hasta don José, el párroco, que los visita todos los días. Ayer mismo apareció al mediodía por el único bar del lugar, Casa Tere, para dar buenas noticias, y es que una vecina se recupera en el hospital y pronto le darán el alta.
Hay gente mayor en Angrois que lleva cinco días encerrada en casa, «que escapa de las preguntas de los periodistas» que, aunque, cada vez menos, sigue habiéndolos. «Necesitamos que volva a normalidade. O golpe foi moi duro y temos que intentar olvidar», dice Anxo Puga, responsable de la asociación de vecinos. Es este colectivo el que no ha parado desde el mismo momento en que el tren descarriló. El que ayudó a los servicios de emergencia a organizarse en el pueblo, el que sacó heridos, el que va casa por casa interesándose por los vecinos por si necesitan un psicólogo y el que se entrevista mañana y tarde con el concejal de Seguridade, Luis García Bello, que prácticamente no salió de Angrois desde el fatídico miércoles.
Arreglos y dotaciones
Otro miembro de la asociación, Martín Guerra, aparte de sumarse a la plataforma por la vuelta de la normalidad a Angrois, trataba con el edil santiagués la agilización de los trámites para el arreglo de los destrozos que dejó el convoy, que son más que considerables, si bien todavía no se han cuantificado. Rápido les llegará una marquesina, un nuevo palco de las fiestas y más alumbrado.
Pero antes tendrán homenajes -mañana será el que la Policía Nacional rinde a los vecinos- y unos días más a operarios de ADIF vallando de nuevo el acceso a las vías y dejándolo todo como estaba antes del accidente. Hasta la mismísima ministra de Fomento quiso saber de la disponibilidad de terrenos para instalar un parque infantil o un centro cultural y social, aspiraciones que tiene la asociación de vecinos desde que se creó, en septiembre del año pasado.
Hablar con Julián Mosteiro, José Blanco, María de Carmen Castro, Ana Rial o Domingo Pájaro es como hablar con todos. Hay unanimidad: el remedio que recuperará la normalidad depende de que «esto esté limpio y la prensa no esté por aquí».
No será fácil, pues antes no eran unos héroes y ahora sí lo son. Y eso, a veces, es una pesada carga.