
«Me han matado a mi única hija, ¿cómo voy a resistir este dolor?»
25 sep 2013 . Actualizado a las 22:51 h.Alfonso Basterra Camporro (Bilbao, 1964), detenido en la investigación del crimen de su hija adoptiva, Asunta, siempre fue un hombre discreto. A sus amigos y conocidos que acudieron a última hora de la tarde del martes al funeral por la niña les sorprendió su entereza. Horas antes, en el tanatorio, ante la urna de cristal en el que reposaban los restos de Asunta, expresaba entre sollozos su desconsuelo al recibir los pésames: «Me han matado a mi única hija. ¿Qué voy a hacer yo ahora? ¿Cómo voy a aguantar este dolor los años que me quedan?».
Este periodista especializado en información económica se estableció muy joven en Santiago, en la década de los ochenta. Colaboró con la prensa local, fue corresponsal de un diario económico nacional e hizo trabajos para distintos medios televisivos y radiofónicos. No obstante, personas de su entorno señalan que su vida profesional estuvo en segundo plano respecto a su dedicación a su familia y, en especial, a su hija Asunta. Era su exesposa, Rosario Porto Ortega, la que mantenía una vida profesional muy activa y visible en la sociedad compostelana, como abogada y cónsul honoraria de Francia en Santiago, cargo este que desempeñó hasta finales del 2006.
Sus allegados destacan que la pareja mantenía una buena relación tras su separación hace aproximadamente un año y que se les podía ver juntos con la niña, que incluso disfrutaron de unos días de vacaciones el pasado mes de agosto en la casa que Rosario Porto, que heredó un importante patrimonio de su familia, tiene en Vilanova de Arousa. Alfonso Basterra alquiló una vivienda en la calle República Argentina, a poco más de cien metros del que fue su domicilio familiar, en la calle Doutor Teixeiro, para estar próximo a la niña. Tras la separación de la pareja, Basterra trató de intensificar su actividad profesional como asesor de comunicación para entidades principalmente del sector turístico.