Las lluvias provocan seis goteras en la Catedral

x.r. santiago / la voz

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

La capilla del Pilar está tapada por un plástico y en el claustro el agua provocó ligeros desprendimientos

19 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Las lluvias no censan en Santiago. Aparte de amustiar el panorama de la ciudad han puesto de relieve una realidad penosa para el patrimonio compostelano: en la Catedral entra agua a mares. Si alguien transita por A Quintana verá un gran plástico ocultando la linterna que emerge sobre la capilla del Pilar. No indica obras. Solo cubre esa parte de la basílica para que la lluvia no caiga dentro.

«Ya sé que ofrece una estética espantosa, pero es la única solución provisional, y elemental, que tenemos para impedir las filtraciones», explica Daniel Lorenzo, director de la Fundación Catedral.

Pero no es el único elemento que delata la entrada de agua. Al menos media docena de lugares de la basílica sufren el goteo desde las cubiertas sin que los rectores del templo puedan hacer nada. El claustro, la propia nave principal, la capilla de Burgos, la girola y la capilla de la Comunión son sitios visitados por la lluvia. Y está solo obsequia con daños.

La capilla del Pilar, que lleva ya tiempo con este problema, acoge ahora mismo una exposición amenazada por el chubasco. Pero el interior del recinto posee una preciosa ornamentación de jaspe y mármol que está sufriendo gravemente los efectos. Los daños son visibles y preocupantes para los responsables del principal monumento de la ciudad. «Es un tema muy delicado», dice Lorenzo.

Ni proyecto ni presupuesto

Con la climatología reinante, el plástico que recubre la linterna permanecerá el tiempo que haga falta para eliminar riesgos. No hay ni presupuesto ni proyecto para una solución definitiva. La triste realidad es que el tiempo ha pasado y seguirá pasando sin poder aplicar ese remedio definitivo cuando ya el plan director de la basílica apuntaba a la capilla del Pilar como una de las cuestiones relevantes vinculadas a la protección de la cubierta catedralicia.

«Recuerdo que se veía como una necesidad grande intervenir cuanto antes, pero también llueve en la nave central, que también es prioritaria», señala Daniel Lorenzo. Junto a las linternas de la capilla de Burgos y del Pilar, el cimborrio está goteando encima del altar. En la capilla de la Comunión la penetración de la humedad no es tan fuerte como en los casos mencionados, pero sí lo es en el claustro. En el recinto claustral se han desprendido elementos de piedra de los nervios de la bóvida por el efecto del agua. «Cae mucha dentro», resaltan el director de la Fundación. También ahí se está taponando como se puede.

En las naves del transepto hay redes que sujetan la estructura para que no caiga nada de arriba. La arenización del granito es una muestra del deterioro existente.

¿Prioridades? Se supone que las intervenciones que se están efectuando en la actualidad son prioridades, y hay recursos para abordarlas. La fachada introduce una gran cantidad de humedad que afecta a las fábricas. Hay mucho hormigón y muchos problemas aparejados.

Las soluciones provisionales con lonas o plásticos tampoco ofrecen todas las garantías. La lona que recubre la linterna del Pilar resguarda el templo de los aguaceros, pero cuando sopla el viento se mueve y el agua logra colarse en el interior. Para desesperarse.

La Iglesia, aunque es consciente de que «a lo mejor no tardaremos en ver muchos puntos cubiertos con una lona», pretende que haya conciencia de la seriedad de la situación, «de que esta realidad existe», y de la necesidad de aplicar en la medida de lo posible las soluciones necesarias. La gente que pasea por A Quintana ve la fealdad del plástico sobre el techo catedralicio pero desconoce lo que la medida oculta.