Feijoo traslada el pesar del pueblo gallego a las víctimas del siniestro y el agradecimiento a los vecinos de Angrois y a los profesionales y voluntarios, en la entrega de las Medallas de Ouro de Galicia
25 jul 2014 . Actualizado a las 04:25 h.Ninguno hubiera elegido vivir aquella tragedia. Las víctimas desearían no haber subido a bordo de aquel Alvia 01455. Y quienes las auxiliaron, los vecinos de Angrois y los colectivos de profesionales y voluntarios que socorrieron y atendieron a los supervivientes, preferirían no haberse visto en esa tesitura. Pero todos resultaron implicados en un siniestro que ha cambiado sus vidas para siempre. Ayer, un año después de aquella dramática tarde, los que sufrieron el accidente en primera persona y quienes los asistieron coincidieron en la entrega de la Medalla de Ouro de Galicia.
La solemnidad del acto, con ese punto de frialdad que imprime el protocolo institucional, sostuvo las emociones, pero no impidió que brotara el agradecimiento sincero de los que encontraron una mano amiga en medio de aquel abismo. «Los que tuvimos la fortuna de volver a nacer solo os podemos dar las gracias. Grazas, pobo galego. Grazas por secar as nosas bágoas». Estas palabras corresponden a Óscar Luis Mateo, una de las dos víctimas que tomaron la palabra en nombre de todos los afectados por accidente que arrebató la vida a 79 de sus 216 compañeros en aquel fatídico viaje. «Siempre estarán en nuestros corazones», proclamó después Natalia Máiz, una joven de 21 años que viajaba en el vagón que acabó varado en la plaza de Angrois. Máiz compartió con el auditorio su temor a «revivir tan dolorosa experiencia». Trasladó un recuerdo «para todos los fallecidos y heridos, así como para sus familiares». Y expresó el deseo compartido por todos «de que no se vuelva a repetir un accidente de semejantes características».
«Ramón, Abel y María»
Su testimonio fue uno de los más emotivos. Máiz, coruñesa que regresaba de Madrid en el Alvia aquel 24 de julio del 2013, accedió en el último momento a participar en el acto institucional del Gaiás. A su conclusión, confesó que se tenía miedo de revivir sentimientos. «Lo vi como un homenaje que nos hacía el pueblo de Galicia a nosotros, fuera de connotaciones políticas, como un homenaje para los fallecidos y una oportunidad de agradecer a los voluntarios y al personal que nos asistió», reveló. Así lo hizo en su intervención, en la que recordó a quienes la socorrieron: «No tengo palabras para agradecer a las personas que me dieron la mano. Ramón, Abel y María. Nunca olvidaré esos nombres».
Al término del acto, Natalia Máiz insistió en que «esa gente merece que se le agradezca de alguna forma, porque han hecho mucho por nosotros». Pero también mostró comprensión y apoyo hacia el resto de víctimas y familiares que expresaron su oposición al acto. «Cada uno es libre de llevar el dolor a su manera, porque cada uno estamos en situaciones distintas. Hay gente que perdió a sus familiares, y otros que lo vivimos en primera persona. Cada duelo es distinto». Natalia no olvidará aquel viaje. Se había desplazado el día 23 a Madrid para arreglar unos papeles para hacer un máster. Y regresaba al día siguiente en un tren que nunca llegó a su destino.
Las víctimas precedieron en la recepción de la Medalla de Ouro a los profesionales y voluntarios de la salud. En nombre de ese colectivo, Julián Álvarez Escudero, que previamente recogió la distinción a los profesionales del área sanitaria de Santiago, confesó que, un año después de la tragedia, todavía no tiene «una visión global de lo que sucedió aquel día. Creo que nadie la tiene», apostilló. Defendió que el colectivo que ayer representaba hizo lo que debía, y echó en falta una mención a los estudiantes de Medicina de la Universidade de Santiago. «Esta medalla no es para los profesionales y voluntarios de la salud. Es para toda la sociedad gallega», reivindicó. Por parte del colectivo de profesionales y voluntarios de los dispositivos de emergencia y seguridad, Marcos Moar, que recogió la medalla en nombre de los voluntarios de Protección Civil de Galicia, se recreó en el recuerdo a las víctimas y a sus compañeros.