Jueces, fiscales, abogados, procuradores, amigos, familiares y, por supuesto, los secretarios judiciales de Santiago se dieron cita ayer para homenajear a Francisco Rubio, que hace poco se jubiló como secretario del juzgado número 2 de lo Contencioso-Administrativo de la ciudad y que ayer recibió emocionado el más alto galardón que puede recibir un jurista, la medalla de San Raimundo de Peñafort.
Rubio, nacido en Valencia y gallego de adopción y decisión, contó como tras su paso por sus primeros destinos en Barbastro (Huesca) y Castellón recaló en A Estrada porque buscaba un poco de tranquilidad para compatibilizar el trabajo con la preparación de una oposición. Allí conoció a su esposa y allí nació su hijo, tercera generación de secretarios de la familia Rubio. Fue esta estradense la que le hizo amar Galicia y quedarse. Después pasó por Lalín y Santiago y, de la mano de Xesús Palmou, llegó a la Xunta primero como subdirector xeral de Personal de Xustiza, después como secretario xeral de la consellería y después como asesor del conselleiro. Han sido 45 años de fructífera carrera que ayer tuvieron su colofón con la imposición de la medalla. «Ahora solo señalo viajes y cines», comentó con humor el homenajeado.