
Con 16 años y seis meses, el santiagués San Martín se convirtió en el jugador más joven del Obradoiro en estrenarse en la máxima categoría
27 oct 2015 . Actualizado a las 09:35 h.«Es un sueño desde pequeño, poder entrenar al máximo nivel en mi ciudad natal. Es todo un honor, un orgullo. No podría tener más ilusión y más ganas. Desde luego, voy a darlo todo. Mi gran objetivo sería debutar, pero eso ya es algo muy lejano». Esto es lo que decía Jose San Martín, júnior de primer año del Obradoiro Peleteiro, en el estreno de pretemporada, en el primer entrenamiento a las órdenes de Moncho Fernández. Ese objetivo anhelado, que veía lejano, le llegó el sábado ante el Zaragoza, dos meses después de aquella toma de contacto con el equipo profesional. Faltaba poco más de un minuto para la conclusión y Waczynski, después de firmar su mejor expediente en la Liga Endesa, le cedía el testigo.
Con 16 años y seis meses, San Martin se convirtió este fin de semana en el debutante más joven del conjunto santiagués en la máxima categoría, en sus 45 años de historia. La lesión de Alec Brown dejó una vacante en el acta, y por ahí le llegó una oportunidad que no esperaba.
En clase de matemáticas
Hace tres días, el escolta ni se imaginaba un fin de semana como el que le ha tocado vivir. Pero el viernes, en clase de matemáticas, le llegó el aviso de parte de su entrenador, Mozan: «Entras en la convocatoria de Moncho Fernández». Reconoce que en ese momento se le descuadraron los números, «no sumaba ni uno más uno» ante tamaña sorpresa.
A partir de ahí todo fue nuevo y agradable, «con un cosquilleo constante». Ese mismo viernes todavía se ejercitó con su equipo, pero el sábado completó toda la rutina del colectivo de la ACB, empezando por el último entrenamiento de la semana, siguiendo con la sesión de scouting. Y ya por la tarde, el partido.
El cambio de escenario y ambiente fue espectacular. Del pabellón Lorenzo de la Torre o el de Montouto, en los que juega habitualmente, a un Multiusos de Sar con cinco millares de espectadores, de cantar el Miudiño a escucharlo. O no, porque «el ruido era ensordecedor». Y la nube de sensaciones también envolvía lo suyo.
El partido salió redondo. Y, cuando quedaba poco más de un minuto, San Martín vio «a Moncho, que miraba de reojo a Víctor y Gonzalo (sus ayudantes)». Lo siguiente fue una frase que se le ha grabado ya de manera indeleble: «Venga chaval, vas a debutar en la ACB». Ese es el momento con el que se queda el joven escolta compostelano. Y también con otra estampa, en la última posesión: «Cuando sacamos de fondo y vi a todo el banquillo diciéndome que tirase....». Era el último segundo y probó fortuna en posición forzada, pero le puntearon el tiro.
Después llegó el turno de las felicitaciones, de compartir todas esas «sensaciones indescriptibles» con la familia y con su novia. «Pensaba dar una vuelta», pero se vio desbordado por tanta emoción. Ya desde casa, le envió un mensaje a Fran Grela, el delegado, para que le agradeciese a los jugadores todo el afecto y las facilidades que le habían dado. Y la respuesta le llegó de uno de los veteranos, de «Juanjo» (Triguero), para que se sumase al post partido. Pero se quedó frito después de una jornada tan intensa y ya no lo vio hasta el día siguiente.
Un día indescriptible
El domingo, cuando se despertó, sabía que no había sido un sueño sino «un día indescriptible, con un conjunto de sensaciones y experiencias inigualables». «No lo olvidaré nunca», apostilla. Y por partida triple: por el estreno, porque suplió a Waczynski, otro talento que lleva ya mucho camino recorrido y apunta alto, y porque «el equipo hizo un grandísimo partido».
No pudo lucir el 15, que es el dorsal con el que juega habitualmente, porque es patrimonio de Oriol Junyent y esa camiseta está presente en cada partido desde el techo de Sar. Pero eso fue lo de menos. Escogió el once, que también le gusta y tiene connotaciones en su entorno más cercano.